Torrecárdenas libra la batalla contra las resistencias bacterianas y los virus en Almería
La Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Torrecárdenas en Almería coordina cada prescripción de antibióticos, controla los brotes más complejos y aplica el principio ‘One Health’, que conecta la salud humana, animal y ambiental
Torrecárdenas prepara ya el traslado para estrenar las consultas externas
El Hospital Universitario Torrecárdenas de Almería se ha convertido en el epicentro almeriense de una guerra silenciosa: la lucha contra los microorganismos que amenazan la salud humana, desde las bacterias resistentes a los antibióticos hasta virus como el VIH o las infecciones de transmisión sexual. En un mundo donde el uso inadecuado de fármacos antimicrobianos y la globalización de los contagios están transformando el mapa de las enfermedades, la Unidad de Enfermedades Infecciosas, dirigida por el doctor Antonio Collado, coordina desde 2022 la supervisión de los tratamientos más complejos bajo un principio global: una sola salud.
Ese enfoque, conocido como One Health, parte de una idea sencilla pero contundente: la salud humana, la animal y la ambiental están interconectadas. Los antibióticos usados de forma masiva en el ganado o la agricultura acaban en el agua y el suelo, y regresan al ser humano por la cadena alimentaria. “Todo lo que hacemos en sanidad humana repercute en el entorno, y lo que se hace en ganadería o agricultura también acaba afectando a las personas”, subraya el equipo.
La resistencia bacteriana, responsable de más de un millón de muertes al año en el mundo, es una amenaza real que complica cirugías, tratamientos oncológicos y cuidados intensivos. Collado advierte que el problema no está solo en las bacterias, sino en el uso masivo e indiscriminado de antibióticos tanto en humanos como en animales, una práctica que ha favorecido la aparición de resistencias. “Todos estamos dentro del mismo círculo: lo que hacemos en la sanidad humana repercute en la sanidad animal y en el entorno”, recuerda. Ese principio ha guiado el trabajo del grupo PROA, el Programa de Optimización de Uso de Antimicrobianos, que coordina los tratamientos antibióticos prolongados o complejos del hospital con un objetivo: preservar la eficacia de los fármacos y frenar la escalada de resistencias.
Los avances son claros. “Antes éramos de los hospitales andaluces con mayor consumo y duración de tratamientos antibióticos, y desde que el PROA está funcionando hemos mejorado y optimizado su uso”, explica Collado. En apenas tres años, el número de pacientes con más de diez días de antibióticos ha pasado de más de treinta diarios a apenas cinco o seis. El trabajo ha reducido el número de tratamientos prolongados y el gasto farmacéutico sin afectar a la eficacia. “No se trata de usar menos, sino de usar mejor”, resume el jefe de la unidad.
El mensaje es claro: no automedicarse y respetar los protocolos. Detrás de cada pastilla hay un equilibrio frágil entre ciencia y supervivencia. Porque el futuro de los antibióticos no se decide solo en los quirófanos, sino también en el agua que bebemos, en los alimentos que comemos y en la responsabilidad de cada paciente que aprende a no tomarlos por su cuenta.
El equipo PROA: vigilar cada antibiótico que se receta
Desde la pandemia, la unidad lidera el Programa de Optimización de Uso de Antimicrobianos (PROA), pieza clave del Plan Nacional frente a la Resistencia Antimicrobiana (PRAM). Este grupo multidisciplinar —con infectólogos, farmacéuticos, microbiólogos, anestesistas, intensivistas y pediatras— revisa los tratamientos antibióticos activos del hospital y corrige desviaciones antes de que sea tarde.
Cada mañana, el equipo PROA se coordina con el laboratorio de Microbiología para revisar los cultivos positivos. Si aparece un germen resistente, el especialista de guardia contacta con el médico responsable del paciente y redefine la estrategia. “Es un engranaje que funciona en tiempo real. En apenas quince minutos decidimos cambios de tratamiento, ajustes o suspensiones”, explican.
Los resultados son evidentes: los pacientes con más de diez días de antibióticos han pasado de treinta diarios a cinco o seis. “No se trata de usar menos, sino de usar mejor”, repite Collado. Los nuevos antibióticos de uso restringido solo pueden ser prescritos por miembros del PROA, una medida que ha reducido resistencias y gasto farmacéutico sin comprometer la atención.
Cuando una bacteria rompe todas las defensas —como algunas Klebsiella pneumoniae o Escherichia coli productoras de carbapenemasa— la unidad se moviliza de inmediato. “Cuando nos dicen que ha aparecido una carbapenemasa, se nos ponen los pelos de punta”, reconoce el equipo.
Del COVID a la independencia: una unidad transversal
Hasta 2020, Infecciosas era una pequeña sección dentro de Medicina Interna con apenas dos facultativos. La pandemia de COVID-19 lo cambió todo. “Aquella crisis lo trastocó todo y marcó un antes y un después”, recuerda el doctor Antonio Collado. La presión asistencial obligó a reorganizar el hospital y demostró la necesidad de un área propia. “Pasamos de dos médicos a ocho en dos años, y eso nos consolidó como unidad independiente”, añade.
Desde 2022, la Unidad de Enfermedades Infecciosas actúa como servicio transversal, colaborando con todas las áreas médicas y quirúrgicas del hospital, salvo Pediatría, que tiene su propio equipo.Las especialidades con mayor relación son las quirúrgicas, especialmente Traumatología, Cirugía Vascular y Neurocirugía, por la frecuencia de infecciones asociadas a intervenciones o a procesos osteoarticulares. “En Traumatología, por ejemplo, hay mucha incidencia de osteomielitis comunitaria. No es que se genere en el hospital, pero tratamos a pacientes que se operan y al cabo del tiempo desarrollan una infección”, precisa.
La coordinación con el laboratorio de Microbiología es constante. “Somos dependientes de ellos. Cuando hay algún cultivo positivo, el microbiólogo directamente nos llama al busca de Infecciosas, y el compañero que está ese día contacta con el médico responsable del paciente y planifica el tratamiento”, detalla. Esa comunicación inmediata permite ajustar los antibióticos en tiempo real y evitar resistencias.
Cada jornada comienza con una sesión clínica, continúa con las consultas externas —siete por semana, cinco de mañana y dos de tarde— y culmina con la revisión conjunta de resultados microbiológicos. El servicio mantiene una línea de busca activa de 8:00 a 20:00 horas y realiza guardias presenciales para urgencias infecciosas. “Es un trabajo continuado, pero la satisfacción es enorme: ver cómo mejora un paciente que llega grave por una infección complicada no tiene precio”, concluye.
Infecciones tropicales y VIH: las nuevas fronteras
La globalización ha traído de vuelta enfermedades tropicales que hacía décadas no se veían en Almería. Desde el cierre de la unidad de Medicina Tropical del Poniente, Torrecárdenas atiende todos los casos de patología importada en la provincia. La malaria es la más frecuente, pero también se diagnostican chikungunya, zika o tuberculosis diseminada.
Uno de los casos más impactantes fue el de una joven almeriense que regresó de África con paludismo cerebral y tuvo que ingresar en la UCI. “Llegó muy grave, pero se recuperó completamente”, recuerdan. También destacan un paciente africano con una microbacteria atípica que tardó meses en identificarse: “Hasta que no tuvimos el diagnóstico microbiológico, no pudimos tratarlo adecuadamente”.
El servicio también mantiene una línea histórica: la atención al VIH. “Lo que hace 30 años era una sentencia, hoy es una enfermedad crónica controlada”. Los nuevos tratamientos antirretrovirales inyectables de acción prolongada permiten mantener el virus indetectable durante meses. “La esperanza de vida de una persona con VIH bien tratada es la misma que la de alguien sin el virus”, explica Collado. Además, la unidad aplica la profilaxis preexposición (PrEP), que reduce drásticamente los nuevos contagios entre personas con alto riesgo.
La automedicación y los tratamientos cortos
Una de las mayores preocupaciones del equipo es la automedicación. Aunque las campañas han mejorado la concienciación, aún hay pacientes que toman antibióticos por su cuenta o los alargan más de lo necesario. “Hay personas que guardan el resto del tratamiento ‘por si acaso’. Eso genera resistencias y no aporta ningún beneficio”, advierten.
La evidencia científica más reciente demuestra que los tratamientos prolongados no son más eficaces. “Una neumonía comunitaria en una persona sana puede curarse con cinco días de antibiótico. Antes recetábamos catorce o veintiuno. Ahora sabemos que no hace falta”, explica Collado. Los protocolos del hospital recogen esta actualización y están disponibles para todos los facultativos.
Los médicos del área insisten en que los antibióticos deben usarse solo cuando están indicados. En infecciones víricas como la gripe, el resfriado o la mayoría de las bronquitis, su uso es inútil. “Cada receta inadecuada es una oportunidad más para que una bacteria aprenda a resistir”, recuerdan.
Un equipo pequeño, un impacto enorme
El servicio está formado por los doctores Antonio Collado Romacho, Sergio Ferra Murcia, Miguel Nicolás Navarrete Lorite, Bárbara Hernández Sierra, Cristina Maldonado Úbeda, María Ángeles Esteban Moreno, Alexandra Aceituno Caño y Ana Lazo Torres, junto a María Victoria Martínez Miras como supervisora de la unidad. Completan el grupo Carmen María Pardo, enfermera de consulta, y Daniel, becario de apoyo clínico e investigación.
El trabajo diario se apoya en la coordinación. Cada infectólogo actúa como referente de una o varias unidades médicas o quirúrgicas. Si surge un caso complicado en Cirugía Vascular, Traumatología o UCI, el especialista de guardia baja, examina al paciente, discute el plan con el médico responsable y diseña un tratamiento personalizado.
La comunicación con los pacientes también es directa. La unidad dispone de un correo corporativo y un teléfono de consulta a los que los pacientes pueden escribir o llamar para resolver dudas o comunicar síntomas. “Nos escriben con resultados o molestias y les contestamos en el día. Es una forma de acompañarlos incluso cuando están fuera del hospital”, cuenta Collado.
Pese al éxito del modelo, la carga asistencial sigue creciendo y la plantilla se ha quedado corta. “Somos ocho facultativos para un hospital de referencia provincial”, advierte Collado. “El volumen de trabajo se ha multiplicado, pero la motivación también. Este equipo joven y entregado es el motor de todo lo que hacemos”. El futuro pasa por consolidar la unidad, reforzar recursos y seguir demostrando que la resistencia bacteriana se combate con ciencia, constancia y cooperación.
Una medicina que une ciencia y humanidad
La Unidad de Enfermedades Infecciosas de Torrecárdenas ha pasado en pocos años de ser una pequeña consulta de VIH a un servicio esencial para todo el hospital. Su modelo combina ciencia, coordinación y empatía. Cada decisión se apoya en datos, pero también en la escucha activa y el contacto humano.
En su planta 5.ª D, entre protocolos, cultivos y sesiones clínicas, se libra una batalla que definirá la medicina del futuro. Una guerra sin ruido, pero decisiva. Y si algo ha demostrado este equipo es que, frente a las bacterias que aprenden a resistir, la inteligencia, la cooperación y la humanidad siguen siendo las mejores armas.
Formación y docencia continuada
Por la Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas rotan residentes de múltiples especialidades médicas —entre ellas Anestesiología, Reanimación, Cardiología, Dermatología, Digestivo, Hematología, Medicina Interna, Medicina Intensiva, Nefrología, Neumología, Neurología y Oncología Médica— además de otros que lo solicitan de forma voluntaria.
La responsable del área docente es la doctora Alexandra Aceituno Caño, que coordina un programa semanal de sesiones clínicas diarias con temáticas específicas.
Los viernes se dedican a la revisión bibliográfica, lo que permite mantener actualizada la práctica clínica y fomentar el aprendizaje continuo entre residentes y profesionales.
La unidad también participa en la formación de alumnos de Medicina, Enfermería y Técnicos de Cuidados Auxiliares, consolidándose como un referente docente dentro del Hospital Universitario Torrecárdenas.
Investigación aplicada y colaborativa
La investigación clínica constituye otro de los pilares fundamentales de la unidad. La UGC participa activamente en numerosas líneas de investigación propias y multicéntricas en colaboración con otros hospitales, entidades públicas y universidades, con el objetivo de avanzar en el conocimiento de las enfermedades infecciosas.
El doctor Antonio Collado Romacho lidera las investigaciones relacionadas con el VIH y la coinfección VIH/VHC, mientras que la doctora María Ángeles Esteban Moreno es referente en el área de bacteriología.
En el campo del VIH, la profilaxis preexposición (PrEP) y la patología importada, destaca el trabajo del doctor Sergio Ferra Murcia, y en las líneas centradas en el SARS-CoV-2, las doctoras Alexandra Aceituno y Bárbara Hernández encabezan los proyectos.
Tesis doctorales y publicaciones científicas
El impulso investigador de la unidad se refleja también en la formación académica de su equipo. El doctor Sergio Ferra Murcia defendió el 17 de marzo de 2023 la primera tesis doctoral surgida plenamente de la UGC, titulada «Utilidad de la elastografía hepática en el seguimiento de pacientes que viven con el virus de la inmunodeficiencia humana coinfectados por el virus de hepatitis C tratados con antivirales de acción directa», dirigida por el doctor Antonio Collado Romacho.
Otras tres tesis doctorales —de las doctorandas María Ángeles Esteban, Alexandra Aceituno y Cristina Maldonado— se desarrollan en colaboración con la Universidad de Almería.
De forma paralela, la unidad realiza cada año publicaciones en revistas científicas indexadas en JCR y participa en la elaboración de procedimientos operativos estándar (POE) junto a otras unidades del hospital.
Además, forma parte de grupos de trabajo multicéntricos y ensayos clínicos relacionados con el campo de las enfermedades infecciosas, en los que participa todo el equipo de la UGC.
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