Vivir junto a las obras del AVE en Almería: “Abro la ventana y entra el Sáhara”
Los vecinos reportan que, especialmente los días de viento, la polvareda obliga a mantener las ventanas cerradas a cal y canto
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La construcción de la futura estación del AVE en Almería genera un incesante y denso problema de polvo que se instala en los hogares colindantes, llevando al límite la paciencia de los vecinos de zonas clave de la capital. Esta situación, que se prolonga ya durante meses de obras, transforma el acto de abrir una ventana en una entrada directa de suciedad, un inconveniente que se agrava drásticamente en los días de viento. La lógica de que una obra de tal magnitud levante polvo choca con la realidad cotidiana de los residentes, quienes ven cómo sus casas se llenan de una capa de suciedad apenas unas horas después de limpiar.
Esta persistente molestia está concentrando sus efectos más visibles en las viviendas ubicadas en el inicio de la Autovía del Aeropuerto y a lo largo de la Avenida Sierra Alhamilla, dos arterias principales de la ciudad. El movimiento de tierras, la maquinaria pesada y la naturaleza de los materiales de construcción crean una nube constante que el viento esparce sin piedad. Un vecino de la zona, visiblemente frustrado, describe la situación con una frase contundente que resume el sentir general: "Abres la ventana y te entra el Sáhara". Este testimonio ilustra perfectamente el nivel de intrusión que el polvo ejerce sobre la vida privada de las familias.
El impacto del polvo en el olfato y el gusto de los vecinos
La acumulación de polvo no se limita a una cuestión estética o de limpieza. El impacto es tal que la percepción sensorial de los vecinos se ve afectada. El mismo explica que el aire se vuelve tan espeso que llegan a notarlo de forma evidente. "A veces se huele a polvo y sabe a polvo", asegura, poniendo de manifiesto cómo la partícula en suspensión entra no solo en los inmuebles sino también en las vías respiratorias. La calidad del aire en el entorno inmediato de las obras se reduce de manera notable, especialmente en los momentos de mayor actividad.
Los períodos de viento suponen el punto crítico de esta problemática. En estas jornadas, la polvareda se intensifica hasta niveles insoportables, obligando a los vecinos a encerrarse en sus casas y a renunciar a la ventilación natural. Lo más descorazonador para las familias es el esfuerzo baldío de la limpieza constante; da igual la dedicación que pongan, pues la suciedad vuelve a instalarse por completo, de manera que a los dos días el hogar está igual de cubierto que antes.
La prolongación de los trabajos durante meses y meses es otro de los factores que agota la paciencia de los afectados. Si bien comprenden que una infraestructura como la estación del ave requiere un tiempo de ejecución considerable, la falta de soluciones eficaces para mitigar el polvo hace que el descontento crezca. Los vecinos no cuestionan la necesidad de la obra, sino la gestión de los efectos colaterales sobre la ciudadanía que reside en la primera línea de la construcción.
Mitigar la suciedad
La Avenida Sierra Alhamilla y la Autovía del Aeropuerto son puntos neurálgicos donde el tráfico y la vida diaria se cruzan con la zona de obras, incrementando la complejidad del problema. La suciedad afecta también a los vehículos estacionados y a los comercios de la zona, que ven cómo deben extremar la limpieza para mantener un aspecto presentable.
Esta intensa y constante lucha contra el polvo se ha convertido en una parte indeseada de la espera por la llegada del ave a la ciudad. Los vecinos solo desean recuperar la normalidad en sus hogares y poder disfrutar de la ventilación sin que ello signifique una indeseada invitación al "Sáhara". La esperanza radica en que las constructoras tomen nota de esta queja para mejorar la convivencia durante el tiempo que resta de ejecución de una obra tan trascendental para el futuro de Almería.
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