El Almería está acostumbrado a echar por tierra su brillantez ofensiva con una pasmosa fragilidad defensiva. El guion a domicilio empieza a ser desquiciante cuando ni marcando dos goles es suficiente para ganar un partido, incluso pese a adelantarse en dos ocasiones en el marcador. Rubi sorprendió de salida variando su dibujo por un 1-4-4-2 con Robertone entrando por el costado izquierdo y Arnau Puigmal por el diestro, siendo el catalán la mayoría de las veces indetectable para la zaga celtiña.

Robertone daba un primer aviso con una volea desviada y las cosas se ponían de cara a las primeras de cambio con un testarazo de Babic tras saque de esquina. El córner lo botaba el argentino y el central serbio se adelantaba a su marcador para conectar un cabezazo limpio que se colaba por la escuadra sorteando al defensor que había en el poste y la estirada del guardameta.

El primer golpe estaba dado, pero este equipo es de mantequilla atrás, más aún si los jugadores arriesgan innecesariamente en la salida de balón. Gabri Veiga recuperaba en banda y sacaba un centro que Seferovic remachaba con la plancha de la bota anticipándose a Chumi en su intento de frenar el remate del atacante suizo.

Tras la igualada local el Almería dio un recital de imprecisiones en la salida del balón que debieron sacar de quicio a Rubi. En el ecuador del primer acto una mala entrega de Fernando casi deriva en gol celeste, que dispuso también de un zurdazo de Carles Pérez que se marchaba fuera tras tocar en un jugador rojiblanco y de otra acometida frenada in extremis por Centelles. 

Los de Carvalhal presionaban bien arriba observando los problemas del rival para salir con el balón jugado y Gabri Veiga estuvo cerca de adelantar a los suyos tras acosar a Samu Costa al borde del área en otro comprometido servicio de Fernando. El Almería pasaba sus minutos de más agobio cuando Luis Suárez se marchó de Aidoo por zancada y fuerza y la puso atrás para que Arnau Puigmal remachase a la red el 1-2.

Arnau Puigmal remacha a la red el 1-2 tras asistencia de Luis Suárez

Pero la alegría dura poco en la casa del pobre y el Celta iba a igualar otra vez poco antes del descanso, en esta ocasión debido a un infortunio, nuevamente en la salida de balón. Samu la toca para Robertone, pero el argentino se resbala y el balón le queda franco a Carles Pérez, que conecta un zurdazo desde la frontal del área ajustado al poste para batir a Fernando, que pudo hacer algo más que una estirada estéril. 

El partido acabó vibrante el primer tiempo y así arrancó también el segundo, con ambos equipos en busca del gol con continuas llegadas a las dos áreas y los ataques imponiéndose a las defensas. Iago Aspas rozó el gol en un buen centro de Hugo Mallo que remataba con la punta de la bota y Fernando lograba repeler. 

La respuesta la protagonizó Luis Suárez, el mejor rojiblanco sobre el campo. El colombiano recibió un gran pase en profundidad de Arnau Puigmal y se plantó delante de Iván Villar, pero remató desviado y justo después del intento de definir el meta vigués lo golpea con claridad en un penalti de libro que ni el árbitro ni el VAR quisieron ver pese a disponer de repeticiones desde todos los ángulos y los evidentes gestos de dolor del ariete sudamericano. 

Tras esa ocasión el Almería dio un pequeño paso atrás coincidiendo con las entradas al campo de Ramazani y Pozo, facilitando que el Celta volcase el campo hacia la meta de Fernando. Con todo, en el 81', una falta sacada por Centelles le caía a los pies a Samu Costa, que no encontró portería. Ya en el tiempo de descuento Ely taponaba un remate envenenado de Cervi mientras Iago Aspas mandaba un balón al poste en la última ocasión para los locales.

El empate, sin ser malo, deja un regusto amargo por cuanto el equipo sigue sin salir del descenso ni ganar lejos del Power Horse, teniendo en cuenta que estuvo dos veces por delante en el marcador. Al menos esta vez no se perdió como sí ocurriera en Sevilla y Villarreal y a falta ya de once jornadas cada punto vale su peso en oro.