Fútbol
  • En torno a medio centenar de argentinos formaron este grupo social y de animación del equipo de su alma

  • Irán el día 24 en el homenaje a Maradona en Nápoles, con el orgullo de representar al rincón de España que los acogió como un miembro más de su familia

Boca Juniors: su consulado en Almería

Ángel muestra su camiseta de Maradona, el 10 histórico xeneize. Ángel muestra su  camiseta de  Maradona, el 10 histórico xeneize.

Ángel muestra su camiseta de Maradona, el 10 histórico xeneize. / Javier Alonso

Escrito por

· Pablo Laynez

Redactor

La manera en la que habla de Boca Juniors ya denota lo que es el fútbol para él, para la mayoría de los argentinos en general. Raro es que encuentre un compatriota al que no le guste darle patadas a un balón en la cancha, como raro hubiera sido que Ángel Gabriel Heredia, el cónsul xeneize en Almería, no hubiera llegado con su camiseta de Maradona puesta y mostrándola con orgullo.

No sólo se presentó con ella, sino que la gorra iba a juego con los colores suecos que evocan la fundación bostera, con una bandera de su consulado almeriense y, como marcan los estereotipos de hinchas fieles, el escudo del barrio de la Boca tatuado a fuego en su antebrazo derecho. Para ser lo primero que vea cada mañana cuando se levanta de la cama y se va a echar agua en la cara. O para ser la parte del cuerpo que le limpie las lágrimas de los ojos cuando se derraman cantando los goles del equipo del Diego.

El Diego es Maradona, claro está. Sobran las palabras, son los sentimientos los que hablan del ídolo del fútbol argentino de todos los tiempos, una figura que va más allá del balón y de la cancha. El próximo día 24 se celebrará un homenaje al eterno 10 albiceleste (no Messi, sino que el también maravilla en el siglo pasado en campos que parecían pastos y ante defensas mezcla de leñeros y carniceros) donde estará el Consulado Boca Juniors de Almería. “Iremos al Museo del Diego, visitaremos los murales, peregrinaremos con el resto de consulados al Estadio Diego Armando Maradona (antiguo San Paolo), donde ofreceremos unas flores a la memoria del Diego y pondremos una placa”, explica Ángel.

El cordobés (de Argentina), en la redacción de Diario de Almería con la bandera del consulado. El cordobés (de Argentina), en la redacción de Diario de Almería con la bandera del consulado.

El cordobés (de Argentina), en la redacción de Diario de Almería con la bandera del consulado. / Javier Alonso

La manera en la que explica los actos este cordobés (de la Córdoba al otro lado del Atlántico) afincado en Almería hace veinte años, provoca una sana envidia. Quizás ése es el objetivo de los consulados que ha abierto Boca por todo el mundo, ser capaz de levantar sentimientos y pasiones por todo el mundo. Tan sólo la historia de por qué los llaman consulados y no peñas, ya es preciosa.

“El barrio de la Boca, entre los años 1876 y 1888, se independizó de los otros barrios y de la ciudad de Buenos Aires, que estaba formándose. Recordando esos consulados que se crearon en aquel momento histórico, la nueva dirigencia tuvo la genial idea de denominarnos así para ser embajadores de nuestro club por todo el mundo”, indica este corpulento hincha bostero, con una capacidad dialéctica que te apetece escuchar y escuchar durante horas: “Somos el nexo diario entre el club y los hinchas que estamos fuera de Argentina. Lo nuestro va más allá del fútbol, somos un agente social, cultural y solidario. Una familia”.

Casado con un almeriense, vive en Loma Cabrera y trabaja en Las Norias. En sus fines de semana no faltan buenos asados y, por supuesto, la pasión que inunda sus neuronas cuando pisa un estadio de fútbol. Sea el Mediterráneo o Santo Domingo, da igual. Lo importante es la cancha y el balón. “Disfrutar los domingo del fútbol es algo inigualable. Yo les digo a los socios de nuestro consulado o a mis compañeros de trabajo que vayan a los partidos del Almería o del El Ejido, que disfruten con el equipo de su ciudad, que es lo máximo”.

El brazo de Ángel, tatuado con el escudo del club de toda su vida. El brazo de Ángel, tatuado con el escudo del club de toda su vida.

El brazo de Ángel, tatuado con el escudo del club de toda su vida. / Javier Alonso

Y es que aunque sus colores son el azul y el amarillo, el rojiblanco y el celeste también están en su corazón. Normal, su arraigo con la tierra que le ha dado la oportunidad laboral y donde ha formado su familia, es algo que la colonia argentina sabe agradecer. “A todos lados donde vamos con el consulado, hablamos de Almería con orgullo. Hemos estado viendo a Boca y Argentina en Barcelona, Madrid, Sevilla..., pero sería un sueño que un día jugaran aquí”. Como reza la canción del Potro Rodrigo al Diego, el sueño de Ángel estaría lleno “de gol y gambetas”. Y todo el pueblo cantó...

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