Cano y Florit analizan a Juanma Lillo

El técnico del Poli Ejido no ahorra en piropos hacia el tolosarra · El del Roquetas, que lo conoció la pasada semana en un entrenamiento, destaca su "humildad"

Lillo, en un entrenamiento con el Almería.
Pablo Laynez / Almería

19 de marzo 2010 - 05:02

Cuando dos personas coinciden en piropear a un compañero de gremio, por algo será. Óscar Cano y Gabriel Ramón Florit, entrenadores de Poli Ejido y Roquetas respectivamente, muestran a través de Diario de Almería la opinión que les merece Juanma Lillo. Cano, íntimo amigo del tolosarra, estaba en el grupo de trabajo con el que el vasco quería contar para entrenar a uno de los equipos de base del Barcelona; Florit, por su parte, quiso resaltar que lo conoce sólo de unos minutos que estuvo charlando con él en un entrenamiento de la pasada semana, pero percibió que se trata de una persona humilde y que desprende confianza. Y lo bueno de esta coincidencia a la hora de hablar del técnico del Almería es que lo hacen desde ópticas muy diferentes: mien tras que el granadino afirma que para él es más importante la manera de conseguir los resultados que estos en sí mismos, el balear dice que los que mandan son los números, que son los que guían el desarrollo de cualquier equipo y la convivencia de un vestuario. De momento, desde una perspectiva y desde la otra, la obra de Lillo al frente del Almería sigue firme.

-¿Desde cuándo conoce a Lillo?

-Óscar Cano: Hace diez o doce años, escribí mi primer libro y quería que Juanma me hiciera el prólogo. Con el tiempo se ha alimentado esta amistad y la verdad es que nos encontramos muy bien juntos. Ya en San Sebastián estuve dos o tres veces y, por ejemplo, el otro día estuve en La Fabriquilla [localidad donde vive Lillo] intercambiando ideas.

-Ramón Florit: Me lo presentó José Ortiz el otro día en un entrenamiento. Comentamos una anécdota: cuando él estaba entrenando al Salamanca, yo me enfrenté a él como jugador del Pontevedra.

-Amigo, compañero, conocido...

-Ó.C.: Hermano. Es una persona a la que admiro profundamente. Con Lillo se ha sido muy injusto. Tiene unos conocimientos de fútbol fabulosos.

-R.F.: Hombre de fútbol. Cuando nos juntamos dos personas así, hablas de la situación actual. Es un hombre abierto, dialogante, humilde... muy majo. Pero sobre todo se le ve muy humilde.

-¿Merece el cartel de entrenador descensor de equipos?

-Ó.C.: No porque nunca ha descendido a nadie. En México sí, pero es que allí el campeonato es muy diferente. Se acumulan los números pasados. Aún así, su clasificación fue la mejor que ha conseguido nunca el Dorados de Sinaloa. De Lillo se han contado muchas mentiras, se ha sido dañido.

-R.F.: En el mundo del fútbol, lo que mandan son los resultados. Él tiene sus criterios para entrenar. Ahora está haciendo una gran temporada en el Almería. Se ha sabido ganar el respeto de la gente.

-¿Sorprende la temporada que está haciendo en el Almería?

-Ó.C.: No. Lo que sí me sorprende es que el fútbol se permita el lujo de no contar con un Lillo en la élite. Está capacitado para cualquier equipo. Lo que está haciendo el Barcelona, a mí ya me lo habían contado. El ideario del mejor equipo de España está en la cabeza de Juanma Lillo.

-R.F.: Mejorar lo que está haciendo es casi imposible. Lleva números de Champions.

-¿Cómo es en el trato personal?

-Ó.C.: Maravilloso, sencillo que no simple, humilde, coherente, sin fisuras...

-R.F.: Humilde y dialogante. Te da confianza para hablar. Te hace sentirte a gusto a su lado, que es muy importante. De lo poco que lo conocí, noté muy buenas sensaciones.

-¿Mejor un entrenador cercano o distante?

-Ó.C.: Nosotros consideramos que a partir del conocimiento del futbolista, se diseñan los tipos de juego. Nos adaptamos a él. Lo que no sea eso, genera resistencia. Lo importante son los jugadores. Los entrenadores no podemos ser los protagonistas. Creo que de los técnicos distantes, el futbolista se distancia y no se llega a buen puerto.

-R.F.: El entrenador puede tener una personalidad, pero los números son los que mandan. Cuando las cosas van bien, somos los mejores y viceversa. Está claro que si se hace grupo, mucho mejor. Pero cada cual entrena a su manera para sacar los mejores resultados posibles.

-¿Se aprende de Lillo viéndolo entrenar?

-Ó.C.: Por supuesto. El discurso toma asiento en cada ejercicio. Nuestro deseo es juntarnos una vez a la semana para llevar a la práctica nuestras ideas. Se aprende conviviendo con él.

-R.F.: Todos los días y de todas las personas se aprende. En un partido de preferente o en un entrenamiento de un equipo de Primera, se ven cosas nuevas. Hasta de una charla con una persona de fútbol. Son cosas que te sirven para recapacitar. En esta profesión siempre hay que reciclarse y aprender cosas nuevas. Incluso es bueno ver lo que no se debe de hacer para no cometer errores.

-¿Puede un entrenador cambiar la dinámica de un grupo?

-Ó.C.: Yo no me fijo sólo en el resultado,sino también en el proceso. Muchas veces el buen trabajo no ofrece los resultados que de él se espera.

-R.F.: No puedo decir que los números cambien con la llegada de un entrenador nuevo, porque no sabríamos qué se habría hecho con el técnico anterior. Pero está claro que ellos son los que hacen que se considere bueno o malo al trabajo y que el grupo esté mejor o peor.

-¿Le ha dado Juanma Lillo algún consejo?

-Ó.C.: Nosotros somos muy similares. No somos personas que nos demos consejos, pero sí queme han marcado muchas de sus ideas. Nuestra pretensión es conocer en profundidad a los jugadores porque es el origen del juego. Queremos empatizar con nuestras plantillas.

-R.F.: La verdad es que no. Tampoco nos conocimos de manera muy personal como para profundizar en nuestro trabajo.

-Óscar, ¿le gustaría entrenar alguna vez con Juanma Lillo o no se lo plantea?

-Ó. C.: De broma, él dice que le gustaría ser mi segundo entrenador. Esa posibilidad está alejada porque cuenta con dos maravillosos profesionales: Caneda tiene un cerebro privilegiado y Domínguez domina la metodología a la perfección. Eso sí, no me gustaría morirme sin trabajar con él; me da igual el dónde y el cómo.

-Además de estudios, comparten pachanga de fútbol 7 y fútbol sala durante la semana.

-Ó. C.: Es otra vía que hemos descubierto, relacionarnos jugando a nuestro deporte favorito. Mi infancia estuvo marcada por la calle y el fútbol, por eso me gusta tanto este deporte. El vínculo que más me unía con mis amigos era la pelota. Aprovechamos los miércoles para jugar al fútbol sala y los jueves al fútbol 7 en Los Molinos.

-A quién sí conoce más en profundidad Gabriel es a Domingo Cisma, del que tiene una anécdota que demuestra el espíritu de un jugador que quiere llegar lejos en el fútbol.

-R.F.: A Domingo lo entrené en el Ayamonte hace unos seis o siete años. Él tendría unos 19 y venía de la División de Honor, donde había competido con el Goyu Riu. Yo fui entrenador de este equipo los últimos tres meses en Tercera División. Era uno de los jugadores diferentes, que tenía proyección. Después de los entrenamientos siempre se quedaba a golpear el balón mientras los demás se iban a los vestuarios. En el últimos partidos, cuando ya habíamos descendido de categoría, di la alineación y me salí del vestuario como hago siempre. Entonces, él también se salió y lo vi cabreado. Le pregunté porqué y me respondió que porque el resto de compañeros estaban de cachondeo porque ya no nos jugábamos nada y a él eso le cabreó. Le dije: "Piensa que el fútbol es un deporte de equipo, aunque tenga aspectos individuales. Unos darán el salto y otros se quedarán. Tú no eres como ellos". Y al final de temporada, el único que fichó por un Segunda B fue él, que se marchó al filial del Atlético de Madrid.

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