Historia a lo grande en La Rosaleda
El Málaga logra meterse en los cuartos de final al eliminar al Oporto en una noche inolvidable
El Málaga protagonizó una nueva gesta en la Liga de Campeones y se clasificó para los cuartos de final tras un 2-0 al Oporto con el que remontaba así el tanto en contra sufrido en la ida. En su debut en la máxima competición continental, el equipo de Manuel Pellegrini logró entrar entre los ocho mejores conjuntos europeos gracias a los goles de Isco y Roque Santa Cruz, lo que consolidó la sorpresa y desató el delirio de La Rosaleda.
El Málaga fue de menos a más ante un rival que dibujó una trayectoria divergente a la de su rival. Al conjunto local le ayudó la expulsión de Defour al comienzo de la segunda parte y el resto lo hizo su buen juego. Y eso que el Oporto fue mejor durante la primera media hora. En ese tramo, el once visitante aplicó una presión extenuante y robó en campo del Málaga. Acumuló llegadas, aunque Willy Caballero tampoco tuvo que hacer intervenciones de mérito.
Pero el Málaga tomó aire en el tramo final de la primer parte. A los 36 minutos, el portero Helton realizó un bonito vuelo tras un disparo de Antunes, que marcó el inicio de la reacción local. A ello contribuyó una hinchada volcada, que necesitó muy poco para doblar los decibelios de La Rosaleda.
A los 40 minutos, el italiano Nicola Rizzoli anuló un gol a Saviola por una supuesta falta previa de Baptista que no existió. Ahí reventó La Rosaleda. Y aquello desató al equipo de Pellegrini, que se quitó las cadenas. A los 43 minutos, Isco pisó el área con autoridad y soltó un sorprendente derechazo que contó con la colaboración de Helton La eliminatoria se marchó igualada al descanso y con la emoción asegurada. El escenario del segundo tiempo no sólo se mantuvo, sino que se radicalizó. Porque el Oporto se quedó con diez pronto por la expulsión de Defour. Entonces el Málaga jugó sus mejores minutos y hasta se le vio disfrutar. Isco asumió el mando y cuando eso sucede el Málaga se convierte en un equipo muy alegre. Si acaso, echó de menos la figura de un rematador, pues Baptista no está en forma. Así, Santa Cruz entró a 17 minutos del final entre gritos de la grada: "¡Se puede! ¡Se puede!".
Fue un cambio crucial, pues marcó el gol del triunfo. El paraguayo se elevó por encima de todos en un saque de esquina y remató a la red. El Málaga aplicó entonces la experiencia que no tiene y logró aguantar el resultado hasta el final mientras La Rosaleda coreaba el nombre de "Pellegrini, Pellegrini".
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