Kayak a babor
La costa almeriense se llena en estas fechas de amantes del mar, que descuben rincones insólitos a bordo de estas pequeñas embarcaciones
Si uno se va de playeo a cualquier de las múltiples calas que ofrece la costa almeriense y levanta la pista podrá ver una enorme masa de agua cristalina y transparente, bañistas que se agolpan en la orilla en busca del mejor sitio, gaviotas que sobrevuelan en busca de un pescado que llevarse al pico, barcos que marchan hacia puertos cercanos, alguna que otra medusa perdida y una larga hilera de kayak, que van costeando y descubriendo lugares casi secretos, sólo accesibles para los que usan las olas como autopista.
La grandeza que tiene Almería, además de su enclave privilegiado y su tiempo ideal, es que cuenta junto al mar con el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, una auténtica maravilla de la naturaleza, radiante cuando muestra su otra cara, la que se puede observar desde el Mediterráneo hacia la península. Muchas son las empresas que en los últimos tiempos han tratado de explotar, siempre respetando el medioambiente, estas virtudes marítimas y ofrecen al turista una ruta en kayak; pocas destacan como Prodesur por la profesionalidad de sus monitores, los medios de seguridad de los que disponen (llevan una lancha motora por si hace falta remolcar o, en caso de oleaje, sacar a los usuarios y transportarlos a tierra firme) y la amabilidad con la que enseñan a los profanos en la material, tanto a nivel legislativo (normativas marítimas) como práctico (manera de subirse al kayak, de remar, de auparse dentro en el caso improbable de que se caiga al mar...).
Una vez explicada la normativa, firmado los pertinentes registros y colocadas las medidas de protección, los deportistas pueden echarse al agua y comenzar a fortalecer sus brazos. Aunque no es una actividad costosa ni se requiere una preparación física especial, sí que es cierto que remar tiene también una cierta complicación por lo que hay que estar muy atentos tanto al compañero con el que vas en el kayak, como a la dirección que coges. Y es que la escarpada costa almeriense presenta formaciones volcánicas que emergen del mar como grandes torres o pequeños salientes en los que los pescadores lanzan sus cañas para atrapar ejemplares que no suelen proliferar cerca de las orillas.
Rodalquilar, Los Escullos, Las Negras, pero ninguna como la ruta desde La Fabriquilla hasta el Arrecife de las Sirenas. Una gozada navegar esas aguas en las que tantos y tantos barcos encallaron en la antigüedad, según cuenta la leyenda, embelesados por el dulce cántico de las sirenas. La playa de La Fabriquilla, siempre que no solple Poniente, es una balsa de aceite por la que los kayak surcan con total tranquilidad en busca del Faro de Cabo de Gata. Tras pasar una pequeña cala, en la que posteriormente se puede hacer snorkel, las curiosas formaciones montañosas dan a los marineros la sensación de estar pasando por un bosque de árboles de piedra. Talladas por el viento, la lluvia y las condiciones meteorológicas tan propias de Almería, el Arrecife de las Sirenas es un auténtico paraíso para los turistas y deja también boquiabierto a los almerienses que siempre lo han visto desde arriba, pero es la primera vez que la vista es desde el mar hacia el pico en el que se encuentra anclado el mirador y el faro.
Hidratarse, volver a embadurnarse de crema solar, contemplar con las gafas de buceo la poseidonia y las estrellas de mar, antes de volver nuevamente mecidos por las olas hasta La Fabriquilla. Ésta es la aventura que ofrece Prodesur.
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