Lillo reafirma su apuesta por el sistema 3-4-3

El aficionado rojiblanco tendrá que acostumbrarse a las emociones fuertes si Juanma Lillo perdura en su intención de arrancar la competición empleando un sistema táctico tan atrevido como el 1-3-4-3 (portero incluido, que luego se mosquean los entrenadores). El técnico tolosarra quiere aprovechar todo el potencial que Alfonso García ha puesto a su disposición en el centro del campo y cree que ése es el sistema que mejor se amolda a las cualidades de sus hombres.

Está tan convencido de ello que lo ha empleado en los cinco amistosos que los rojiblancos han disputado hasta la fecha en la primera concentración llevada a cabo en La Manga del Mar Menor, incluso ante el Cartagena de la Liga Adelante, primer rival de cierta entidad en el periodo de preparación.

No es un dibujo desconocido para los jugadores que estuvieron a las órdenes del guipuzcoano el curso pasado, pues ya entonces lo utilizó de forma esporádica con buenos resultados (Barça y Sporting en casa), aunque entonces se decantó en la mayoría de las ocasiones por un 1-4-3-3 más conservador en apariencia.

El 1-3-4-3 simual atrevimiento por aquello de partir de inicio únicamente con tres zagueros, pero se trata de un dibujo camaleónico y muy adaptable en función de cómo se desarrollen los partidos.

Los tres defensores deben ser rápidos y con buen manejo del balón para darle buena salida y elaborar desde atrás. Es agradecido porque al actuar con carrileros largos por delante puede emplearse algún central ejerciendo de lateral sin que la zaga apenas se resienta. Carlos García, por ejemplo, ha ensayado cubriendo la zona derecha porque sus funciones no son puramente las de un lateral al uso tipo Michel.

La envergadura del danés Jakobsen le permite cumplir esa premisa a la perfección en la izquierda, mientras que para el centro se disputarán el puesto Acasiete, Marcelo Silva, Rigo o el propio Carlos García y Pellerano cuando vuelva de su lesión.

Los partidarios de esta solución táctica defienden precisamente su funcionalidad y el protagonismo que le concede a la creación de juego en el centro del campo, mientras sus detractores opinan que es excesivamente arriesgado sobre todo si lo toma por bandera un equipo modesto. Aceptan con reservas que se emplee cuando se juega como local, pero se muestran reacios a ponerlo en liza a domicilio porque -en teoría- deja huecos en zonas comprometidas.

La práctica ha demostrado que con una buena cadena de ayudas mutuas y solidaridad en el esfuerzo entre compañeros puede resultar infalible. Que se lo pregunten al Barça de Cruyff... La comparación no resulta exagerada, un sistema u otro lo hacen bueno los futbolistas.

Y ese esquema que quiere implantar Lillo, como toda gran obra, tiene su piedra filosofal: el rombo en la media. Los cuatro jugadores de la medular serán más pilares que nunca. La idea es que Bernardello actúe como un '5' puro a la vieja usanza incrustándose en la defensa cuando la situación lo requiera, teniendo por delante como escuderos a M'bami y Vargas, mientras que jugadores como Valeri, Corona o Luque serían los encargados de dar el pase final entre líneas.

Y finalmente está el trío que debe culminar todo lo que se fabrica desde atrás. Según lo visto hasta la fecha, Lillo va a optar por un único estilete que sea capaz de definir todo lo que caiga por sus dominios, ya sea en vertical desde la media o en horizontal con centros desde las bandas.

Ese rol, el de apurar la línea de fondo para dar la asistencia perfecta lo van a asumir jugadores como Crusat, Piatti, Nieto, Ortiz Bernal o Juanma, que se verán obligados a bajar cuando la defensa bascule para cubrir huecos, si bien se saben bien respaldados por los mediocentros. Lillo trabaja sobre esta premisa y el Almería puede dar muchas sorpresas.