Lucas Alcaraz al cuadrado

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Afrontar el partido de ayer con el mismo esquema e idéntica alineación que en Huesca no me terminó de convencer

Quizá la igualada habría estado más cerca de ser más atrevidos en casa

Los jugadores rojiblancos guardaron un minuto de silencio antes del inicio en memoria del suegro del presidente y de varios abonados recientemente fallecidos. / Javier Alonso
Ramón Gómez Vivancos-García Ramón Gómez Vivancos-García

11 de marzo 2018 - 02:33

No soy de los que piensan en la continuidad de un once inicial que haya respondido. Con un banquillo válido, cada partido hay que afrontarlo de forma diferente en función de las características del rival, su clasificación y el escenario del choque. Incluso, los grandes trasatlánticos del fútbol mundial tienen en cuenta a los adversarios de un nivel similar. El hecho de afrontar el partido de ayer con el mismo esquema e idéntica alineación de Huesca, no me terminaba de convencer. Y no lo expreso a toro pasado, sino que lo hice en el momento ante mis compañeros del Diario. Es incuestionable la calidad de los jugadores rayistas, pero se pasó de un planteamiento correcto en Huesca a uno timorato en el Mediterráneo, facilitando el crecimiento de un Rayo de por sí extraordinario. No parecía al comienzo el conjunto de Vallecas, sino un grande de Europa que dominaba de cabo a rabo a un Almería acongojado. Y eso que Soleri hace por dos delanteros en lo que se refiere a la presión en primera línea. Pozo, por su parte, habitual protagonista de local, vio cómo el esférico era desplazado de un lado al otro del campo a raíz de la extensa ocupación del terreno por parte de sus rivales. Con esta escena, y con la Unión Deportiva como ayudante protagonista de la exhibición rayista, vino el tanto en contra y una primera mitad tirada por la borda. Lucas Alcaraz aludió tras el choque al error en el gol encajado, pero el experimentado técnico granadino debe saber que un gran porcentaje de goles no llega por los aciertos, sino por un error del oponente. Esto siempre ocurrió y seguirá ocurriendo, porque a sensu contrario también se podría decir, cuando se logra una victoria, que fue gracias al despiste de un rival. En resumidas cuentas, me temo que no fue una buena idea la forma de plantar cara a un buen equipo que tampoco se come a nadie, como se demostró en la segunda mitad con el cambio de piezas ordenado por el mismo Lucas Alcaraz. Aun así, tampoco llegaron los rojiblancos con demasiada claridad, pero sí se controló mucho mejor a un Rayo que no quiso ni pudo aventurarse en busca de la sentencia. Una de las gratas consecuencias de los cambios fue la transformación de Pozo, más arropado. Quizá la igualdad en el marcador hubiese estado más cerca de haber actuado, en tu propio estadio, de otra manera durante todo el encuentro, con un espíritu más atrevido. La situación vuelve a complicarse, aunque no conviene encender las alarmas porque hablamos de Segunda División, donde solo la torpeza de uno de los contendientes puede acrecentar las diferencias. No voy a echar por tierra la buena labor de Lucas Alcaraz hasta el momento. Lo repito en cada escrito, el técnico granadino ha logrado que su equipo compita con cualquiera y su sello está presente sobre el campo, pero también hay que levantar el pie del acelerador de tus convicciones, para saber hasta dónde puede funcionar tu propuesta a pleno rendimiento. Un deseo para hoy: que la Cultural no gane en el recién bautizado El Molinón-Enrique Castro Quini.

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