La San Silvestre es algo más que una carrera, algo más que seis kilómetros a caballo entre Rambla y Paseo de Almería. Es Navidad, es tradición, es un complemento más a la noria y los cacharricos de este año, ha sido una demostración que con la responsabilidad individual de los ciudadanos, la vida puede ir recobrando esencia.

La capital disfrutó en la tarde noche de una carrera popular que ya se ha ganado el cariño de la ciudadanía: su decimotercera San Silvestre. Hubo cambios significativos, todos orientados a cumplir protocolos sanitarios para evitar contagios, y el doble objetivo de la organización se cumplió: sonrisas de felicidad y sentido común de los corredores en estos momentos delicados. Gel, mascarilla, distancias... Lo que sabemos desde marzo del año pasado se cumplió por parte de los centenares de corredores que pusieron un toque navideño con sus gorros de Papá Noel a las calles.

La línea de salida se trasladó del Paseo a las puertas de La Salle. La Rambla, más amplia, permitió una salida con suficiente separación y una mejor distribución por cajones. El público, también con sus mascarillas, animó como año tras año. Bueno, menos en el parón de 2020, que está en el imaginario de todos como un año del que aprender y para olvidar. Al final, estos momentos se estudiará en los libros de Historia dentro de unas décadas y todos estamos siendo protagonistas de ellos.

Dos vueltas a Rambla y Paseo, con especial belleza siempre el paso por la Puerta de Purchena. Tradición, seguridad y diversión, además muchas carcajadas por los disfraces espectaculares. La mejor forma de despedir el año deportivo: ¡Feliz 2022!