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Un cero más que patatero (1-0)

El Almería no fue capaz de sacar ni un punto ante un Athletic que jugó 20 minutos con dos menos, en los que Iraizoz no detuvo ni un balón · El equipo no jugó a nada, algo que Lillo no supo erradicar con cambios

Un cero más que patatero (1-0)
Pablo Laynez / Bilbao / Enviado Especial

Bilbao, 13 de noviembre 2010 - 20:22

Después del buen resultado que le dio en Copa, Lillo mantuvo gran parte de los cambios que realizó ante la Real Sociedad para enfrentarse a otro equipo del norte en su campo. Precisamente por jugar en un estadio que impone tanto respeto como La Catedral, reforzó el centro del campo con la vuelta del trivote Bernardello-M'bami-Vargas. Además, le dio la alternativa a Jakobsen, Marcelo Silva, Goitom y Ulloa. Apuesta arriesgada sin un constructor de juego, e incompleta en ataque: se echó mucho de menos a Piatti.

Si Lillo buscaba aguantar las arreonas iniciales y contener el centro del campo local, no lo consiguió ni diez minutos. Y eso que antes Diego Alves tuvo que detener su tercer penalti consecutivo en San Mamés, después de que Velasco Carballo se sacara de la chistera una rigurosa pena máxima de Juanma sobre Gurpegi porque el público así se lo exigió. Al igual que hiciera con Yeste y Llorente, el brasileño le leyó las intenciones a San José. Sin embargo, la caraja es permanente entre los almerienses y Llorente remachó a la red un centro a placer de Igor Martínez desde la derecha. Como prácticamente siempre esta temporada, el equipo fue por debajo en el marcador y es preocupante que cada vez sea antes y más fácil para los rivales.

Como Lillo se ha encabezonado esta campaña en darle la manija creativa y de llegada a M'bami, cualidades que ni mucho menos son sus puntos fuertes, el Almería no trenzó ni una sola jugada de ataque en toda la primera mitad. Ni el camerunés ni Vargas aportaron fluidez o toque de balón lo que provocó que, poco a poco, se fueran desquiciando Bernardello, que tenía que parar a un pelotón de jugadores bilbaínos que le venían por todas partes, y Goitom y Ulloa, que veían a Gorka Iraizoz desde la otra parte del campo. En ésas y tratando de compensar como los malos árbitros por el desmayo de Gurpegi en el área almeriense, Velasco Carballo expulsó a Koikili en el 45'.

Como a Lillo le gusta jugar con fuego hasta quemarse en la mayoría de ocasiones, siguió confiando en un centro del campo de encefalograma plano. Ni ante diez era capaz el Almería de imponer algo de juego. Tal era así que Diego Alves salvó el segundo a disparos de Muniain e Iraola. Mientras Lillo seguía desperdiciando el valioso tiempo sin meter alguien que produjera un chispazo, Iraizoz sacó un buen remate de un Goitom que pecó de individualista y el línea Andrés Samper dejó sin validez un gol de cabeza de Carlos García.

A los 68 minutos, el Athletic se quedó con nueve al ser expulsado Castillo por trabar a Goitom cuando se marchaba solo. Lillo hizo los tres cambios de golpe para meter, muy tarde, a Corona, Crusat y Piatti. Faltaba todo un mundo y la ocasión se había puesto inmejorable para puntuar. Sin embargo, lejos de venirle bien a los almerienses, el Athletic tiró de oficio, la grada gritó más que nunca y el Almería siguió haciendo el ridículo. Hechos un manojo de nervios y sin tener ni idea de qué hacer, los de Lillo se ahogaron y siguen regalando puntos. El equipo está cada día más hundido, descompuesto y tiene que hacer examen de conciencia si quiere salvarse.

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