¿Y tú por qué corres?

¿Y tú por qué corres?

29 de enero 2012 - 05:02

ÉSA es la pregunta que nos hacen continuamente las personas que nos rodean, que acabamos de conocer o simplemente que tienen curiosidad por saber de dónde sacamos la fuerza para salir a trotar de día, de noche, cuando hace frío o demasiado calor.

Diría que el número de respuestas equivale a igual número de corredores. Cada uno tiene la suya. Hay personas que corren simplemente para mejorar su condición física, otras para descargar adrenalina y poder convivir con el estrés que todos padecemos en mayor o menor medida. Otros, simplemente por el mero placer de correr. Esta actividad se ha incorporado a mi vida, casi de puntillas, y se encuentra al mismo nivel que las 3 comidas diarias o el dormir. Cuando las endorfinas han inundado nuestro organismo tras el ejercicio, nos gratifican con esa sensación de bienestar y relajación tanto física como mental. Para mí, los problemas son de una manera cuando empiezo a correr y de otra cuando acabo. Es como si con cada zancada, pisara los sinsabores de cada día; como si dejara atrás los conflictos y dificultades.

ALBERTO BALLESTA 37 años. Director Financiero

Está claro, detrás de cada corredor hay una historia. Esta es mi historia, la historia de un maratoniano que nunca imaginó que podría llegar a serlo. Comienza en un quirófano donde mi buen amigo y autor de este artículo me operó de una doble fractura en la mano izquierda. Fue entonces cuando Antonio me habló de los efectos positivos de correr, de cómo te sientes mejor día a día, de las sensaciones que experimentas al cruzar la meta y, sin saber por qué, le dije que iba a empezar a correr y que correría una carrera con él.

Seguramente lo dije como consecuencia de los efectos de la anestesia y también por convencerme que podía perder los kilos de más que arrastraba desde que mi forma de vida se había vuelto mucho más sedentaria. No podía imaginar que ocho meses después estaríamos corriendo juntos la maratón de Nueva York. Inicialmente mi objetivo no era tan ambicioso. Me propuse finalizar una carrera popular de 10 km, carrera que me llevó a otras dos más y a una media maratón. Ya lo llevaba en la sangre. El entrenamiento es duro, pero recibes mucho más. Tampoco podía imaginar las sensaciones que te invaden al cruzar la línea de meta de una maratón, en Central Park después de 4 horas y 58 segundos, yo lloré. Gracias Antonio.

¿Y yo por qué corro? Porque mi organismo lo agradece, porque me despeja la mente, porque el cuerpo me lo pide, porque sientes como mejoras tu estado de forma, porque vas superando retos, porque te lleva a un estilo de vida más saludable, porque cambia tu vida, porque me siento bien, porque es tu momento… Y porque puedo.

ANA RÍOS LUNA 37 años. Directora de Recursos Humanos

Sinceramente, corro por "interés", y si cabe, por "sano egoísmo".

Corro porque correr me permite disfrutar de sensaciones únicas e inigualables, personales e intransferibles.

¿Y cuándo se es consciente de que correr ocupa un espacio muy importante en nuestras vidas? Cuando ocurre algo que te impide hacerlo y, sobre todo, cuando participas en tu primera competición oficial. Es en ese momento cuando, inconscientemente, se inicia un vínculo emocional para toda la vida entre este deporte y tú.

Correr para mí es sinónimo de libertad, de reto, de evasión de la realidad.

Corro porque siento superación en cada zancada, y porque, de esta forma, soy consciente de la importancia de cada parte de mi cuerpo.

Mi afición a este deporte me ayuda a mantener el optimismo y el equilibrio, porque lo utilizo como medio para disfrutar de mi salud, y sobre todo, porque me recuerda, cada día, lo afortunada que soy al ser perfectamente consciente de todo lo que supone poder correr.

Ese bienestar que me aporta correr es disfrutado y sentido, al mismo nivel, por todas las personas que me rodean, quienes también disfrutan, a su manera, de los beneficios de este magnífico deporte.

MANUEL VILLANUEVA 45 años. Traumatólogo

Hay muchas razones para correr. Casi todas válidas, casi todas personales. Aunque, seguramente, los corredores repetiríamos tópicos como la salud, porque me siento bien, porque me relaja y me permite pensar… Las razones cambian con los años. A los 20 uno corre porque desborda salud, se necesita explotar la sensibilidad. Corres porque es parte de ti, porque tu naturaleza es expansiva y la velocidad de la vida normal no te alcanza. A los 30 se corre para sentirte tú, reforzar la autoestima y mejorar la salud. Entiendes tus limitaciones. A los 40 se corre para no perder la salud; para aguantar el ritmo que imponen los hijos, recuperar recuerdos y sensaciones. Correr es otra forma de vivir algunas fases de la vida. Puedes ver montañas o subirlas. Puedes contemplar ciudades desde el coche o a pie. Para mí correr es un privilegio, cuyo pago es el sacrificio y el esfuerzo continuado y cuya recompensa es vivir mi vida en otra dimensión y a otra velocidad.

CARMEN ÁLVAREZ 38 años. Administrativa

La primera vez que vi un folleto de la Media Maratón de Almería, recuerdo que le dije a la persona que me acompañaba: "Eso lo tengo que hacer yo".

"Estás loca"-me respondió-"si en tu vida nunca has hecho deporte… te pondrás mala".

La realidad es que nunca había hecho deporte, pero por falta de oportunidades y posibilidades. De repente me vi colaborando en la Escuela Deportiva Municipal de Atletismo de mi pueblo; y cómo no, entrenando y aprendiendo. Cuando me quise dar cuenta, era capaz de estar corriendo durante hora y media seguida, sin parar, sin cansarme.

Y lo mejor de todo: ¡qué bien me sentía después!

Comprobé que no me enfermaba (dejé de resfriarme, de tener asma, la rinitis alérgica casi no existía, me relajaba y equilibraba el sistema nervioso ). ¡Hasta me desapareció la celulitis que tenía acumulada en la barriga, trasero y caderas! ¡Comía todo lo que quería! ¡Qué más podía desear!

Me sentía radiante, optimista, no había lugar para el enfado, no me alteraba ante situaciones límite. ¡Me había cambiado la vida!

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