El doble reto de Lionel Messi
Si es verdad que todos los grandes deportistas necesitan imaginar nuevos retos para superarse, hoy le llega uno doble a Lionel Messi: vencer a la maldición italiana y poner fin a las especulaciones sobre su propia melancolía.
El Barcelona necesita al mejor Messi, al más feliz, para intentar golear al Milan en su intento de remontar el 2-0 de la ida. Y el partido llega en un momento lleno de versiones sobre el estado de ánimo y juego del argentino. La escena fue extraña. Ocurrió el miércoles cuando apareció en rueda de prensa y le preguntaron: "¿Está triste?". Entonces a Messi se le quitó su rutinaria sonrisa y torció el gesto para responder rudamente: "No estoy triste, no sé quién dijo eso".
Hasta entonces, su comparecencia transcurría con la habitual sucesión de tópicos y frases cortas, con el argentino relajado. Pero no le gustó nada que le preguntaran por su estado de ánimo, y menos sobre una supuesta tristeza.
Pero fue una pregunta casi natural después de lo visto en el último mes, con un Messi caminando -o deambulando- sobre el campo, mirando con frecuencia al suelo.
Ocurrió en Milan, donde el argentino se marchó sin sumar una sola ocasión clara de gol, y en los dos partidos ante el Real Madrid, sin contribuciones decisivas.
A pesar de que Messi aseguró que no se siente triste, sus propios compañeros de vestuario no fueron capaces de despejar dudas.
Cuando el viernes le preguntaron a Jordi Roura, el entrenador interino contestó: "Cuando no acabamos de tener el nivel que solemos tener, es normal que los jugadores estén tristes".
Y en una entrevista publicada ayer por El Mundo, su compañero Daniel Alves afirmó: "No soy hipócrita, no maquillo las cosas. Es evidente que en los últimos partidos ha estado bajo anímicamente. ¿Por qué? No lo sé".
Aunque en este tiempo al argentino no se le olvidó marcar goles: hizo uno al Real Madrid en la Liga y el domingo marcó otro al colista Deportivo para conseguir un nuevo récord con 17 jornadas consecutivas de Liga marcando.
Pero la sensación general es que el Barcelona necesita un poco más de Messi, una versión mejorada de lo que está realizando el argentino en los últimos encuentros. Y además de su presunta melancolía, el argentino se enfrentará a la maldición italiana. En los nueve partidos que jugó ante conjuntos de ese país, nunca marcó en jugada. Sus tres tantos llegaron de penalti.
Ya fuera producto de la casualidad o por los particulares entramados defensivos de los equipos italianos, lo cierto es que la estadística produce curiosidad. Una prueba fue lo ocurrido ante el Milan en el partido de ida, en el que se le vio en una jaula. Ahora su equipo necesita que Messi se rebele contra sí mismo y contra los demás, contra su melancolía y contra la maldición italiana.
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