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El almeriense Carlos Marín, el parapenaltis de Segunda
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Almería/Que el sistema de ligas en España sea abierto permite disfrutar de equipos en categorías profesional o semiprofesional que otrora hubiesen sido imposible imaginarse, así como ver cómo caen laureados clubes al abismo, llegando incluso a desaparecer. Si cualquier tiempo pasado fue mejor, la máxima se eleva a la máxima potencia ―valga la redundancia― en el fútbol sénior de Almería, con una actividad actual mucho menor que la vivida cada domingo en cada municipio hace unas décadas.
En la década de los 80 se vivió ese bum que se ha ido diluyendo en los últimos años. En el ejercicio 80-81, por ejemplo, hubo hasta 85 equipos séniores en la provincia almeriense, una cifra totalmente imposible en la actualidad. Con la extinta Agrupación Deportiva Almería protagonizando una de las peores temporadas de un equipo en Primera División, la provincia presentó siete conjuntos en categoría autonómica (Roquetas, Vera, Albox, Pavía, Ejido, Mojácar y Macael) y 77 a nivel provincial.
Hasta tres categorías existían a nivel provincial: un grupo de Regional Preferente, dos de Segunda Regional y tres en Tercera. Algunos no sonarán a las nuevas generaciones, caso del San Roque, uno de los más duros de aquel momento. Comparando esa primera temporada de la década de los 80 con la actual, ahora hay menos de la mitad del guarismo: 39 conjuntos séniores en el presente ejercicio. A la UDA, los cuatro de Tercera RFEF (Almería B, Poli Almería, Poli El Ejido y Atlético Pulpileño) y los tres de División de Honor (Cantoria 2017, Huércal y Berja) se unen los 16 de Primera Andaluza, los 13 de Segunda Andaluza (descafeinada al no tener continuidad domingo tras domingo), el Huércal Overa y el Pulpileño B. Con los dos últimos federados en Murcia, en categoría provincial almeriense existen 29 equipos por los 77 de ese curso 80-81.
El declive intenta frenarse con la aparición de nuevos equipos en categoría sénior, caso del Adra Trafalgar, Carboneras Atlético o Eda. Tal es el objetivo de crecer que algunos como el Poli El Ejido, Adra o Maavi presentan filial. Sin embargo y aunque haya que lamentar que municipios como Roquetas de Mar vuelvan a ser los gigantes que en su día fueron, se sigue echando en falta en la capital a históricos como el Oriente o Los Molinos. La razón de ello o de que otros como el Pavía, La Cañada o Español del Alquián no tengan en su sénior la principal motivación es que el foco esté puesto en los equipos de las bases por eso de las cuotas para poder seguir subsistiendo.
La falta de fuertes patrocinadores tampoco ayuda a unos clubes que forman a jugadores para que tras juvenil desistan de la actividad o se vayan a vestir otros escudos. Es en ese paso a sénior cuando se están perdiendo multitud de deportistas en una provincia que no sólo está de capa caída a nivel provincial, sino también nacional, con el número de equipos a la cola de España.
La máxima de que cualquier tiempo pasado fue mejor se puede aplicar tanto en esas imágenes de los estadios de los pueblos a reventar (es indudable que el fútbol televisado ha mitigado ese fenómeno dominical de ir a ver al equipo de la localidad) como en el número de campos en la capital almeriense. Sin contar míticas instalaciones como las del Seminario o Los Ángeles (al fin y al cabo han sido sustituidas por otras como el Tito Pedro o la Ciudad Deportiva de Los Ángeles, con el paso del tiempo han desaparecido otros como el San Pablo (en las Quinientas Viviendas), el del Quemadero (por La Molineta), el campo de la delegación almeriense de la FAF por Los Llanos del Alquián, Las Minas de Gádor (por el Parque de Bomberos), el Virgen del Pilar (donde está el pabellón Moisés Ruiz) o las Tres Tumbas (Pescadería). Demasiadas pérdidas para poder crecer, con una densidad muy alta de niños y jóvenes cada tarde en los pocos campos de la capital. Niños y jóvenes que esperan poder seguir disfrutando del balón conforme vayan creciendo aunque cada vez lo tengan más difícil al llegar a sénior.
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