Javicho, símbolo de los ascensos del CD Roquetas y CD El Ejido, cuelga las botas

En un mundo tan pasional como es el fútbol, existe la manía de pensar que un jugador de la tierra se identifica más con los colores que uno que ha vestido distintos colores. El amor a un escudo no viene impreso en el DNI, sino que se forja sobre el césped, a golpe de taco rival clavado en el tobillo por empujar a gol un balón o por despejar una acción peligrosa en área propia.  

Sin ser un futbolista de tatuajes, un gallego de A Estrada, Pontevedra, lleva grabadas en sus espinillas las entradas que sufrió mientras ascendía a Segunda B con un histórico Club Deportivo Roquetas y lo mantenía en bronce, y años después hacía lo propio con el Club Deportivo El Ejido desde Preferente a Tercera. Esos rasguños, esos esguinces, esas contusiones, esos goles, ese tesón, ese compañerismo y esa sintonía con la grada le valieron el brazalete de capitán en más de una ocasión vestido de rojillo y de celeste. Sus raíces estaban en la otra punta de España, pero su casa eran [y siguen siéndolo] el Peroles y Santo Domingo durante ocho inolvidables temporadas.

“Fueron años que jamás voy a olvidar. En Roquetas y El Ejido disfruté, me trataron muy bien. Hubo grandes vestuarios, muy buenas personas y la afición siempre estaba con nosotros”, dice Javicho por teléfono recién llegado a Galicia tras grabar unos reportajes sobre el Camino de Santiago, ya como exfutbolista.

El extremo derecho ha dado sus últimas grandes tardes de fútbol sobre el césped que lo vio empezar, en el Novo Municipal A Estrada. Ahí han disfrutado con un futbolista de la escuela antigua, pequeño, de mucha calidad, que siempre percutía y tenía esa habilidad de los grandes extremos de otra época, léase Míchel, Fran o Munutis. 

Con 41 años cumplidos el día antes de que España eliminara a Georgia, Javicho colgaba las botas con las que marcó goles históricos, como el logrado ante el Catarroja para iniciar la remontada de la primera ronda de la fase de ascenso del Roquetas. “Quizás es el día que más me marcó en mi carrera. Habíamos perdido 2-0 allí y estábamos nerviosos. Por fortuna, mi gol iba a encarrilar aquel partido”, que terminaría significando el ascenso tras vencer al Teruel en la ronda final a doble partido.

Alma, corazón y vida del Roquetas, también lo dio todo por el CD El Ejido cuando José Lirola lo llamó. “Había dejado ya el fútbol profesional, pero me llamó para el nuevo proyecto celeste y mira. Con gente de la tierra subimos primero a Andaluza y luego a Tercera. Fue una gran alegría para el pueblo de El Ejido después de todo lo que había sufrido esa afición”. En Santo Domingo echan ahora de menos gente como él.

Todo está guardado en su álbum de los recuerdos, que guardará en su Galicia, donde va a probar fortuna ahora en el mundo de los banquillos. Después de tantas temporadas, Javicho sabe perfectamente los códigos de los vestuarios y ahora, como le ocurrió en su día a su excompañero y excapitán Esteban, le llama la atención ponerse ante la pizarra y demostrar su conocimientos de tácticas, estilos y automatismo. ¡Quién sabe si en el futuro no tendrá que venir a Almería! “Me encantaría que el mundo del fútbol me llevase por allí a mi segunda casa”.

"Nunca me olvidaré de aquellos años, disfruté mucho del fútbol y con las aficiones” — Javicho - Exjugador del Roquetas y CD El Ejido

Y como quien escribe esto es su amigo y fan futbolístico de él, nada mejor para terminar que el párrafo donde tuve el honor de narrar el 1-0 de Javicho [con u, por desconocimiento entonces] ante el Catarroja de Paco López, actual entreador cadista, el gol que todo lo cambió. “ La eliminatoria se encarriló nada más comenzar. Javichu, el mejor en las dos eliminatorias junto a Toni Bernal, gana en velocidad a su par y aprovecha un magnífico pase en profundidad de un intermitente Jorge Pérez para hacer el primero a los 12 minutos. Alegría contenida porque todavía quedaba mucho trabajo por hacer. La inercia del mejor Roquetas de la temporada terminó por encerrar a un Catarroja que capeaba el temporal como buenamente podía”... Adiós y suerte, campeón.