Esa mágica y simétrica asimetría
Con 'nueve' o sin él, España crece en madurez competitiva ante un débil rival al que aplastó de todas las maneras posibles
Un partido redondo, cómodo y a modo de rodaje. Es verdad que la evidente debilidad del rival debe frenar cualquier asomo de euforia, pero Del Bosque seguro que utilizará el encuentro ante Irlanda para sacar conclusiones con respecto al crecimiento de los suyos, tanto a nivel táctico como de confianza.
Con esa asimetría ofensiva que hace posible el doble pivote tan criticado del salmantino, España se merendó a su oponente sin que Casillas apenas tuviera que romper a sudar. Una mágica descompensación hacia la izquierda y hacia el centro que en la primera mitad cargó el juego hacia los costados y tras el descanso hacia el centro, ese paraíso de la asociación en que tanto confía Del Bosque.
Ésa es la letra pequeña. Pero para el gran público queda el debate del nueve, zanjado esta vez a las bravas por Fernando Torres. Una cuestión baladí que no repercute en el juego de la selección más allá de una mayor resolución en los metros finales.
Defensa
Dos zagueros. No hacían falta más. Sergio Ramos y Piqué tuvieron una noche plácida gracias al controvertido dúo Xabi Alonso-Busquets, el secreto innegociable del seleccionador. La consistencia del sistema defensivo gracias al equilibrio de ambas piezas permite que Arbeloa y Jordi Alba se proyecten en ataque en partidos como el de ayer. Permite, además, que el juego asociativo de los hombres de tres cuartos de campo tenga un seguro de vida y que, como ha quedado dicho, cuente con dos piezas más, los laterales. Eso, con rivales cerrados como Irlanda, es una ayuda, pero no siempre será así.
Más allá de eso, el nivel de control fue máximo. No hubo licencia a las contras rivales y los hombres de ataque tuvieron el suficiente compromiso como para erosionar la salida del balón del contrario.
Ataque
Dos fases. Un primer tiempo con dudas -hasta cierto punto- por la escasa movilidad de Silva, que arrastraba por momentos a Iniesta. Ello llevó a España a entrar por fuera, con protagonismo incluso para Arbeloa. Torres, eso sí, ofreció desde el primer minuto una referencia, una forma de mandar el mensaje al rival. Sin el toque y el retoque de sus compañeros, dejó claro que, a diferencia del partido ante Italia, había un ejecutor.
Tras el descanso y los movimientos del banquillo, España recondujo su juego hacia el centro, hacia ese fútbol preferido de asociación eterna para buscar el hueco y la llegada de los bajitos, ya sin Torres y con Cesc y Cazorla. El fútbol control de los últimos minutos fue una prueba de madurez en la que España demostró que, con todo a favor, es imposible que pierda el balón.
virtudes
El crecimiento en todas las facetas del juego. Confianza, táctica, físicamente... Un peldaño subido.
talón de aquiles
Pocos peros se le puede poner al juego de la selección. Ni arriba ni abajo...
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