Entre la puerta de toriles y el vestuario de Las Viñas
Reportaje l Fútbol y Toros
'Paco de Ana' lleva desde su fundación en 1960, dentro del C.D. Vera y como conserje del coso taurino de su pueblo
En los jardines de la remozada plaza de toros de Vera, se puede ver a diario a un humilde conserje que trata de hacerse entender con los turistas extranjeros. Con el deje propio de la zona levantina de la provincia de Almería y tratando de chapurrear algunas palabras en inglés o en francés, Paco de Ana, cargado de paciencia y de sapiencia, gesticula con el afán de que los visitantes conozcan un poco más uno de los pueblos más bellos del sureste español. Con el aspecto deportivo y jovial que transmiten unos tenis y un chándal del Club Deportivo Vera, Paco sabe que en pocos minutos se harán las siete de la tarde y terminará su trabajo en el coso taurino, pero no su jornada laboral.
En el momento en que cierra los portones de esta instalación, comienza su labor como masajista del equipo de su pueblo. Paco recorre los escasos cien metros que separan la plaza de toros del campo de Las Viñas, donde se pone manos a la obra, mientras que los jugadores van llegando al vestuario. "A mí me gusta la vida que llevo y no me canso. Siento al equipo como algo mío y quiero estar con ellos hasta que las fuerzas acompañen", afirma con una sonrisa.
Francisco Segura Martínez nació en Vera hace 68 años, pero hoy en día nadie lo conoce así. La razón es bien sencilla. Una de las tradicionales más arragiadas en los pueblos es rebautizar a las personas con un mote cariñoso. "Me lo pusieron cuando comencé a jugar al fútbol. Mira, ése es Paco el de la Ana, me decía la gente. De tanto repetirlo, me tuve que quedar con Paco de Ana, en honor a mi madre", explica de manera cariñosa.
Así, siempre que sale a la palestra este nombre, la gente tiende a pensar en dos de las principales aficiones. Y es que Paco es una auténtica institución tanto del fútbol veratense como de los toros. Desde 1960, que se dice pronto, pertenece de una u otra manera, al Club Deportivo Vera y al mundo de la tauromaquia. "Llevo cuarenta y nueve temporadas en el equipo, y desde 1973 soy masajista". De la misma manera, Paco pierde ya la noción del tiempo si habla de todo el tiempo que le ha dedicado a la plaza de toros. "Recuerdo que el alcalde del pueblo le dejaba las llaves a Juan el Curro y nos veníamos unos cuantos amigos para arreglar las gradas antes de las corridas. También las pintábamos. Así, terminé de conserje oficial", indica, no sin antes recordar que está encantado de enseñarle la capilla "donde está la Virgen de las Angustias, que es la Patrona de mi pueblo", el ruedo, toriles, el museo... a todos los turistas que visitan el municipio.
"Yo empecé a jugar de zagal en el Vera. Jugábamos por todos los pueblos cercano. Recuerdo que tras perder 12-2 en el campo de la Isla frente al Turre, me pillé un cabreo tremendo. En la Terraza Carmona me estuvieron consolando y nos prometieron que iban a construirnos un campo para jugar", indaga en su memoria mientras comienza a articular la siguiente frase. "Donde está ahora el campo, no había nada más que un cortijo lleno de viñedos. Esa avenida se llamaba del Mojigato. Allí se construyó Las Viñas, que han remodelado hace poco tiempo y se ha quedado muy hermoso", afirma Paco mientras mira con orgullo los majestuosos escudos del club y del municipio que custodian la puerta principal del estadio.
En 1973, colgó las botas y pasó a ser el masajista del Club Deportivo Vera. Paco afirma tener una "receta" que aprendió de un compañero suyo del Real Madrid , para que sus masajes tengan un toque casi mágico, que permita al jugador una recuperación más rápida. Son sus "fumentos calientes", que no quiere revelar a nadie. "Los masajistas de hoy en día son muy modernos, no utilizan los trucos de las abuelas de toda la vida", dice.
Como es lógico, muchas han sido las tardes en las que han coincidido los partidos del Vera con alguna corrida de toros. "En ese caso, tengo que estar en toriles. Es mi trabajo principal y en el club lo saben", comenta con una mezcla de tristeza por no estar con su equipo, pero sabedor de que su papel es importante en el festejo nacional.
Y como los buenos toreros, Paco salió por la puerta grande tras la última pregunta. "La porta galloga tiene más mérito que parar un penalti en contra. El fútbol es más rutinario; los toreros se juegan la vida, es una demostración de poderío y sufrimiento", sentencia.
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