Villarreal b-almería

Ya suena a pitorreo (2-1)

  • El Villarreal B, que había perdido tres partidos en su campo pasado el 90', otro que se aprovecha del Almería en la prolongación. El penalti se lo señaló el público a Miranda Torres

Nubes y más nubes se veían en el horizonte de la Ciudad Deportiva de Villarreal, una joya futbolística que le hace falta al Almería para dar un paso más en su consolidación entre los grandes clubes del fútbol español. Pero no eran plomizas, no presagiaban lluvia. Eran nebulosas rosadas, acarameladas, como si de algodón de azucar se trataran. Ese mismo panorama se le presentaba a los rojiblancos si eran capaces de sumar los tres puntos ante un filial amarillo que, caprichos del destino, recuperó justamente ayer a todos sus titulares después de varias semanas con el primer equipo.

Pero un equipo que opta a ser líder tiene que ganarle a todos los rivales sin mirar su DNI. Hace tres semanas parecía imposible seguirle la estela a Hércules y Sabadell. Sin embargo, ayer el Almería podía recuperar un liderato que, de manera irremediable por lo extenso del campeonato, irá cambiando de manos conforme vayan transcurriendo más jornadas. Para ello, los de Lucas Alcaraz tenían que lograr una nueva victoria en un terreno de juego coqueto, pero más chico que el anexo.

No están los rojiblancos acostumbrados a jugar en un recinto de unas dimensiones tan pequeñas, donde el ritmo es frenético y no hay tiempo para el respiro. Pero la Segunda tiene estas exigencias. Los almerienses, aunque querían, no podían salir de atrás con el balón controlado. Las líneas estaban muy juntas. Había que enseñar los dientes en el centro del campo y aprovechar una contra, algo que al equipo le cuesta hacer cuando tiene el marcador a favor. Pero con el 0-0 lo hizo fantástico. Cuando las manecillas del reloj superaron el cuarto de hora, Soriano vio a un rayo por la banda izquierda. Era Vidal, que no tuvo reparos en quebrarle la cintura a Leujene y facilitarle el pichichi a Ulloa.

Los almerienses ya han tomado la buena costumbre de adelantarse en el marcador. A excepción de ante el Numancia, lo han hecho en el resto de partidos. Si antes ya había dado efecto, los de Alcaraz aumentaron su presencia en la media y a punto estuvieron de poner más tierra de por medio aprovechando su punta de velocidad. Jorge le sacó sendos balones que iban para dentro a Rafita y Dani Bautista. El equipo estaba cómodo en la faceta ofensiva, aunque concedía muchas faltas laterales. Cada partido es un calco del anterior, sólo faltaba saber si fotocopiadora se desgastaría de su uso.

Joselu y Ulloa volvían los últimos al terreno de juego tras el descanso. Era una guerra psicológica. El rojiblanco, que le saca varios palmos a su compatriota, estaba haciendo mejor su trabajo. Pero faltaba todo un mundo y, por supuesto, el temible descuento. Y como eterno sufridor, el Almería estaba dispuesto a que la cuota de rigor de ocasiones falladas no bajara: Rafita pecó de generoso cuando estaba solo delante de un descolocado Jorge y Kiko cortó el pase que se dirigía hacia el décimo tanto del de General Roca; Soriano, en una de las que no falla, no dirigió bien su remate en el primer palo en jugada de estrategia.

El Villarreal B, de fútbol poco práctico, pero muy de manual, sacó petróleo de la lección 13: las paredes. Pere le gana con facilidad la espalda a Bautista y Joselu fusila a Esteban. Como los filiales se mueven por ramalazos, el tanto los espoleó y el partido volvió a ponerse en el minuto 60 como estaba al principio: si los rojiblancos mantenían la compostura, a la contra mataban; si fallaban, el Submarino tenía munición. Alcaraz, que veía al equipo capacitado, metió a Aarón y Goitom.

Con el respeto perdido, el equipo de Molina vivía permanentemente en campo rival. Al Almería le podía el cansancio, las neuronas no carburaban ni para defender ni para atacar ordenadamente. Y ocurrió algo perfectamente evitable. Miranda Torres, sin tener ni idea de si había contacto, le hizo caso a su línier que estaba amedrentado por la hinchada local y señaló un penalti riguroso y protestado. Joselu, en la prolongación y van cuatro veces, dejó al Almería sin liderato ni pichichi.

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