Gabriel Amat era ayer un hombre muy feliz. Radiante como casi nunca le han visto, según confiesa su círculo más cercano, pero contenido y responsabilizado por el renovado mandato que le ha concedido el municipio de Roquetas de Mar. Sobrio en sus declaraciones a este medio de comunicación, profundamente agradecido por la renovación de la confianza. Y muy feliz. Así amaneció el lunes de resaca de las que califica “las elecciones más difíciles de las siete a las que me he enfrentado”. Sus últimas. Las de la despedida y cierre... y las del Hospital.

Amat y su equipo reciben el cariño de sus afines en la noche electoral.
La alegría de Amat es la del jugador de ajedrez que diseña una estrategia, la pone en práctica y termina ganando la partida. La suya se pergeñó a lo largo del año pasado –quién sabe si antes– y se materializó en Navidad, cuando puso punto y final a su exitosa etapa como presidente de la Diputación y emprendió el camino de vuelta a casa. Nunca se había ido del todo, claro. Era el alcalde. Pero él mismo era consciente de que o se entregaba al cien por cien a Roquetas, sin ambages ni medias tintas, o los votantes no le perdonarían que estuviera tanto en el Palacio Provincial, pese a que el propio Amat lleva a gala no haber faltado ni un solo día a su despacho consistorial, el que ocupa desde hace 24 años.
“En el día después de unas elecciones a mí siempre me encontrarán viendo una calle, una obra o comprobando cualquier otra cosa del municipio”, resalta. Ayer también lo hizo. “Me gusta hablar con la gente y que me digan los defectos o las virtudes que tienen las cosas. Eso es lo que le da confianza a los ciudadanos, eso es lo que hace que pueda confiar en los políticos, porque si esta confianza no existe, si el ciudadano percibe que no estamos para arreglar los problemas de la gente, llega el momento de echar el voto y su sentido puede cambiar para un lado o para el otro, eso es algo lógico y normal”, admite.
“Han sido unas elecciones totalmente diferentes a las nacionales. Creo que el Partido Popular ha recibido en la provincia de Almería y en el municipio de Roquetas un respaldo muy importante de sus hombres y mujeres pese a las dificultades que presentaban estas municipales”, resalta Amat, acentuando más si cabe el mérito de revalidar la alcaldía siete convocatorias después, y sin que nadie le tosiera o le tosa. “De las siete en las que yo me he presentado para alcalde de Roquetas, han sido las elecciones con más incertidumbre y con más dudas”, reitera. Y confiesa: “lo importante, creo, fue el bajar tantos votos en las elecciones nacionales, creo que eso nos animó para ponernos las pilas, patearnos las calles y estar donde siempre debemos de estar los políticos: en la calle”.
Y Amat quiere gobernar en solitario. Lo dijo en este mismo medio justo antes de las votaciones y lo reitera. A su juicio las coaliciones de gobierno no suman, dividen, “porque cada uno tira para su lado”, sostiene. El resto de grupos también lo saben, pero igualmente son conscientes de que el alcalde necesitará al menos dos votos más de los 11 que tiene en el Pleno para sacar adelante cuestiones claves. Y esta legislatura será muy diferente a la anterior. La izquierda ha perdido parte de sus representantes en el pleno, sí, pero igualmente necesita que o bien Cs o bien Vox le permitan sacar adelante presupuestos y proyectos de envergadura que con solo 11 votos no prosperarán.
En Cs, partido cuyos responsables estaban convencidos de que crecerían significativamente y que se ha estancado en tres ediles, cuenta con un nuevo interlocutor: Pepe Montoya, como nuevo es el candidato electo de Vox: José Ignacio Cerrudo. Convencerlos para que la despedida de Amat no esté cargada de piedras en el camino y evitar un bloqueo efectivo será ahora su gran reto. Uno más. El último antes de un retiro dorado que, eso sí, será, como mínimo, cuando también sea real su último sueño por cumplir como alcalde: el hospital.
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