La Venta del Pino busca a sus sucesores

La familia Vergara se jubila tras casi 50 años llenos de recuerdos para varias generaciones de almerienses Buscan comprador para un negocio que pide continuar con igual filosofía

Herminia Ocaña, esposa de Miguel Vergara, y Antonio, abren las puertas de la Venta del Pino a Diario de Almería para repasar sus casi 50 años de historia al frente del establecimiento.
Francisco Maturana

30 de enero 2016 - 01:00

Anécdotas familiares y recuerdos imborrables. Eso es lo que prácticamente cualquier almeriense se le viene a la mente cuando entra al restaurante Venta El Pino en la carretera A-1075, la misma que de toda la vida recorríamos durante viajes interminables a Granada pero que se hacían mucho más amenos gracias a esta venta, en término municipal de Nacimiento. Hoy, pese contar con la A-92 como vía rápida, la salidas número 354 y 352 siguen siendo un desvío obligado para muchos de los viajeros y trabajadores que pasan por la comarca, tal y como pasaba antaño.

La familia Vergara-Requena regenta este restaurante, sin duda el establecimiento con más de la comarca, y puede que de la provincia, pues es la única venta junto a la del Pobre, en el término municipal de Níjar. Después de casi 50 años, Miguel, Manuel, Antonio, José, Gil y Encarna, cinco hermanos que han dedicado toda su vida a servir al viajero con la ayuda de sus cónyuges, han decidido poner fin a una larga trayectoria a cargo de este mítico inmueble y que otros empresarios cojan el timón del barco. Eso sí, a ser posible sin que la Venta El Pino-La Laguna pierda su esencia y se mantenga como un lugar de referencia para almerienses y visitantes.

La Venta ha abierto sus puertas a Diario de Almería para hacer balance de tantas décadas de vivencias y contar los motivos de su decisión de venderlo. "Mis padres se hicieron cargo de La Venta el 12 de abril de 1970, cuando llegamos de Rojas, una barriada de Nacimiento. Éramos ocho, ellos y los cinco hijos, el mayor con 19 y el menor con dos", recuerda Antonio Vergara, tercero de los hermanos. Fueron precisamente los tres mayores quienes siguieron con el negocio de sus progenitores cuando estos decidieron jubilarse.

Criados en La venta, Antonio recuerda las larguísimas jornadas de duro trabajo al frente de un restaurante que hasta hace 16 años no cerró sus puertas ni un minuto al día durante los 365 días del año. Incluso, aunque algunos no lo sepan, también sirvió de hospedaje para muchos viajeros que elegían este establecimiento por la calidad de su gastronomía y su trato familiar y amable.

"Trabajábamos muchísimo, y seguimos haciéndolo, porque aunque ya no estamos abiertos las 24 horas, es casi como si lo estuviéramos. Nuestras puertas están abiertas a diario desde las 5:00 horas de la madrugada hasta las 12:00 de la noche", explica Herminia Ocaña, esposa del primogénito de la familia, Miguel, que acaba de jubilarse.

"Recuerdo como tuvimos que tener a nuestros hijos internados en el colegio en la capital al no haber aquí transporte. Nos debíamos al trabajo. Precisamente por ese esfuerzo realizado durante tantos años la Venta es lo que es hoy", recuerda Antonio.

Los hijos de estos incansables hermanos no continuarán con el negocio, de ahí el motivo de su venta. "Todos ellos se han forjado una buena trayectoria profesional. Tienen trabajos de responsabilidad y ningún tiempo para hacerse cargo de La Venta. Reconozco que siento mucha nostalgia por ver cómo ha llegado el momento de la jubilación. De hecho, ya les ha llegado a algunos de mis hermanos".

Antonio cuenta ahora con sesenta años y ya ha decidido que es el momento de ceder el testigo. Él, en su caso, lo tiene claro: "Aún jubilado y fuera de La Venta continuaré trabajando y lo haré en mi segunda pasión: el campo y la ganadería", explica Vergara, quien cuenta con más de 1.500 cabezas de ganado tanto caprino como ovino, y de los que han disfrutado dentro de la rica gastronomía del restaurante a lo largo de estas casi cinco décadas los clientes, que a buen seguro se pueden contar por millones. Ese precisamente ha sido uno de los secretos. La filosofía del campo a la mesa que han llevado a cabo de manera fiel estos seis hermanos hacia el público y que ha hecho que una parada en el restaurante fuera algo más que un descanso.

Sus productos ecológicos, cultivados en fincas propias que poseen por la comarca, ponen de manifiesto el cuidado y el mimo con el que se ha tratado al visitante, como a uno más de la familia.

Con este bagaje a sus espaldas, la familia Vergara-Requena comunica que ha llegado el momento de que sean otros quienes afronten la aventura de la Venta del Pino, pues después de muchos años ya es el momento de que disfruten de su jubilación y disfrutar de la solera de este restaurante como un cliente más.

"Nuestro deseo sería que la Venta del Pino siguiera dando vida como nos la ha dado a nosotros", concluye Antonio, quien no esconde su cúmulo de sensaciones ante tan importante decisión y que espera seguir viendo a la que es su casa como el referente que es en la provincia.

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