"Con ocho años maté mi primer animal"

el personaje

El lubrinense Antonio López lleva 10 años trabajando en la cooperativa Los Filabres como matarife.

26 de noviembre 2011 - 01:00

Recuerda que de pequeño no le daba "respeto el cabrito, pero el cerdo sí. El primero que maté lo había criado yo...". Se para unos segundos. Sus ojos parecen revivir unos minutos eternos. Pero prosigue: "te acostumbras y ya no te da pena si no lo piensas".

La carrera laboral de Antonio ha estado ligada a la carnicería casi siempre. Su primera incursión fue familiar. Ayudaba en el negocio de sus padres. Después trabajó en una empresa de alimentación durante quince años, "se llamaba Enamar, ya cerró". La única experiencia 'diferente' fue una etapa de casi cuatro años en los que trabajó como albañil.

Hace tres décadas, al morir su padre, volvió a abrir la carnicería que hoy regenta su esposa y desde hace diez años es matarife en la Sociedad Cooperativa Andaluza Los Filabres. La empresa, con sede en Lubrín, tiene una parte dedicada a la producción de leche caprina y otra a la producción y comercialización de carne de cabra y oveja.

Su día a día es rutinario. Trabaja de 8:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 18:00 horas y los días de matanza se alargan desde las 7:00 hasta que se termina el trabajo. Los cuchillos son una herramienta más dentro de la línea de producción y los maneja con la misma soltura con la que puede usar la máquina envasadora.

Su carácter dista mucho de los estereotipos que se pueden asociar a su oficio. Afable y delicado en el trato, narra su vida con soltura y va saltando de una etapa a otra con la misma fluidez con la que afloran los sentimientos y los recuerdos.

Se nota que echa de menos los años pasados. "Ya van quedando pocas matanzas, la gente las hace sobre todo en el campo por estas fechas". Echa en falta también el bullicio que antaño había en el pueblo donde nació, Lubrín, y donde lleva arraigado toda su vida.

"Mi padre era marchante de ganado y yo iba con él al mercado de animales que se hacía todos los sábados. El domingo era el de la fruta y la verdura pero después lo cambiaron a los miércoles". Con la marcha de muchos a la capital y a otras zonas actualmente hay "pocos habitantes, la cosa está floja en el pueblo". Sus propios hijos intentan buscarse el porvenir fuera. "La niña estudió Enfermería y trabaja en el Hospital de Huércal-Overa y el niño hizo carpintería de aluminio y ahora está siempre a lo que va saliendo". La tradición familiar ligada a la carnicería y al oficio de matarife terminará en él.

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