Así se blinda el campo de Almería ante las plagas
Agricultura
El agro almeriense demuestra su capacidad de reacción frente al rugoso, pulgón o trip, entre otros, cuando comenzaron a azotar
El frío actuará como barrera natural frente a ellos
Ni mucho frío es bueno ni el otoño y comienzo de invierno tan caluroso que se han registrado este año son beneficiosos para el campo. Entre otras muchas consecuencias, el cambio climático provoca que las plagas cada vez tenga más facilidad para transmitirse y se vuelvan más resistentes.
Frente a ellas, el sector no para de buscar soluciones. Por una parte, la lucha integrada es el principal arma que tiene el campo almeriense. Son ya muchos años en los que el control biológico es un escudo protector natural, que permite luchar contra las plagas y mantiene la calidad de los productos. Sin embargo, el calor también ha provocado que en esta campaña los bichos no hayan agarrado y combatido como se esperaba.
Por otra parte, otro de los grandes avances es el I+D+I. La investigación en las empresas de semillas permite producir plantas con una alta resistencia frente a los virus que ya circulan, que se convierte en endémicos y con los que hay que convivir.
Aunque estas barreras de contención son férreas, muchas veces las campañas vienen marcadas por plagas que consiguen saltárselas, normalmente favorecidas por condiciones climatológicas o falta de limpieza en algunas fincas.
“Llevamos algunos años con plagas que están cogiendo fuerza, como son el nuevo trips parvispinus, que es una modalidad nueva que está provocando algunos daños, y por otro lado está el pulgón. Son las dos plagas que ahora mismo nos preocupan porque se están haciendo potentes. Son transmisores de virus y estamos centrados en buscar soluciones”, explicaba Francisco Javier Pérez, de Sakata. Además de las dos citadas, también causó mucho temor el rugoso, virus propio del tomate, controlado a tiempo gracias a la capacidad de reacción y la interconexión existente entre los diferentes profesionales del campo almeriense. Y es que además de las medidas protocolarias que se establecen, hay una gran comunicación que permite dar la voz de alarma ante la aparición de cualquier plaga y buscar soluciones conjuntas.
Cada bicho, cada virus se trata de una manera diferente. “En zona de levante la principal preocupación es el rugoso. La transmisión del virus es por contacto. La primera medida que se toma es poner un pediluvio, una esponja con cloro para desinfectar los pies. Desinfectar las herramientas cada cierto tiempo, en un cubilete con cloro. Usar siempre la misma ropa dentro del invernadero y dejarla dentro, que no salga, nosotros nos ponemos batas y guantes. Los trabajadores deben trabajar siempre en la misma zona, tener poca movilidad para poder delimitar”, explica Francisco Javier.
En el trips, más propio del pimiento, y por lo tanto, de poniente, se toman otras medidas. “Es importante una buena desinfección antes del cultivo, solarizando el suelo para empezar desde cero con las plagas. Luego están las placas cromáticas, las placas amarillas y azules que son muy buenas para atrapar todo tipo de trips. El resto lo tiene que hacer el control biológico, con la suelta de orius, que se está incrementando en dosis altísimas”.
En casos de extrema gravedad, de un virus nuevo y muy agresivo, la Junta de Andalucía también puede imponer cuarentenas. Entonces, se obliga a arrancar la plantación. Cuando la plaga ya lleva circulando unos años, pasa a la siguiente fase y ya no se imponen cuarentenas porque sería más grande el daño de la cuarentena que el virus. Cada uno toma las medidas oportunas en su finca anteriormente citadas y se activa la alerta para que los agricultores extremen la vigilancia.
Con el frío aparentemente ya instalado en la provincia, lo normal es que las plagas empiecen a remitir. Antes, el campo almeriense ha demostrado cómo es capaz de blindarse y poner un coto frente a unos virus que pueden dar al traste con cualquier campaña agrícola.
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