Granjas marinas en Almería: Siete millones de lubinas criadas entre delfines y olas en El Cañarete

Cooke España cuenta en Almería con tres centros donde alimentan y cuidan a los peces para su consumo

Acuicultura, un sector sostenible y que crea empleo estable en Almería

Una familia de delfines salta frente a los viveros que Cooke España tiene en El Cañarete.
Una familia de delfines salta frente a los viveros que Cooke España tiene en El Cañarete. / JAVIER ALONSO

La mañana del jueves se había levantado con algo de viento, que poco a poco fue amainando. Por lo menos a la ida desde el Puerto de Almería hacia los viveros que Cooke España tiene en aguas de El Cañarete. La vuelta, con olas levantadas por viento de levante, fue otro cantar. “En este trabajo hay dos tipo de personas: las que se han caído al agua cuando vamos a cuidar de los animales y las que mienten”, dice Francisco Javier Fernández, Francis, responsable de la planta.

A caballo entre Almería y Aguadulce, la histórica carretera de El Cañarete ofrece una perspectiva maravillosa de los 42 viveros con los que cuenta la piscifactoría Piagua. Allí, desde que llegan en un barco-piscina desde el criadero de Palma de Mallorca, crecen unas siete millones de lubinas, repartidas en los cubículos que abarcan unos 10.000 metros cúbicos. Un espacio donde se “alimenta y cuida a los peces” de dos a cuatro años [cuando alcanzan un peso de entre 500 gramos a un kilo], que están destinadas al consumo humano.

“Nuestra prioridad es el bienestar de los peces, velar por su seguridad, su salud y su buen crecimiento y, por ello, todos los días del año salimos al mar a darles de comer y a realizar las labores de mantenimiento necesarias para que la instalación esté en óptimas condiciones”, lo que asegura que el animal tenga una calidad superior a la hora de su venta a los supermercados: “Es trabajo arduo, en mar abierto, donde pueden pasar depredadores, tormentas, oleaje, vientos y lluvias que dificultan el trabajo. Los peces los sacamos para el consumo humano mediante un método de pesca que realizamos de madrugada, para así reducir al máximo el tiempo que pasa desde que salen del agua hasta que llegan al consumidor, garantizando un nivel de frescura óptimo”, explica Francis manteniendo el equilibrio en el pequeño barco sin mayor problema. Se nota la experiencia de los años de trabajo, además de que corre sangre marinera por sus venas.

El 98% de las lubinas que se consumen en Europa proceden de la acuicultura

Otro Francisco, en este caso Fernández Vidal, dirige la pequeña embarcación que se sitúa ante una de los viveros de la piscifactoria. Impone su tamaño, nada que ver con los aros que se ven cuando vas en coche por El Cañarete. Son ochenta metros de perímetro cada criadero, que se van hundiendo en forma cónica hasta los 25 metros de profundidad para albergar en total unas tres mil toneladas de pescado. “Nuestro centro está especializado en lubina, tenemos otros en la costa mediterránea de dorada y corvina. Cada vivero tiene un 99% de agua y 1 solo % de pescado. Deben siempre disponer del espacio para expresar un comportamiento natural, para poder nadar horizontal y verticalmente, contra las corrientes, poder alimentarse bien y de forma homogénea en la población”, indica el responsable de la planta que apunta que el hecho de estar nadando contra las corrientes mejora el desarrollo de su musculatura, y, por lo tanto, da un pescado con textura muy consistente, apreciado por los clientes de Cooke España.

Juanmi alimenta de forma manual a las lubinas de uno de los viveros.
Juanmi alimenta de forma manual a las lubinas de uno de los viveros. / JAVIER ALONSO

El 98% de las lubinas consumidas, de acuicultura

Este hábitat es el responsable de que el pescado de granja esté en un estado óptimo para su consumo. “Nuestros peces tienen una alimentación muy controlada desde que nacen hasta su cosecha, cumplimos unas normas muy estrictas en cuanto a trazabilidad, ausencia de metales pesados, OGMs u otros contaminantes. Los peces de acuicultura no tienen anisakis, controlamos su estado sanitario y vamos chequeando periódicamente los parámetros necesarios para confirmar su estado. Las lubinas salvajes son muy saborosas y también de alta calidad, pero tiene un abastecimiento escaso y estacional, y lógicamente su precio es menos asequible. Hoy, el 98% de las que se consumen en Europa son de acuicultura”.

Una plataforma de alimentación reparte el pienso a los diferentes viveros. Uno de ellos, más pequeño, es alimentado manualmente por Juanmi. “En éste están situados los peces que en los próximos días llevaremos a nuestra central de Águilas, donde se procesan y se venden”. Precisamente esa alimentación con un cubo y una pala ha atraído a varias familias de delfines, que aprovechan y se unen este jueves al desayuno: “Es habitual verlos aquí, cuando los buzos se sumergen a revisar la instalación, se les acercan para pedirles comida”, dice sin alaracas el almeriense, algo que para el común de los mortales puede ser una de las experiencias más deseadas de su vida.

Precisamente ese respeto del sector hacia el depredador [no puede acceder al pescado gracias a las mallas que cubren los viveros] es la mejor demostración de la decidida apuesta por la sostenibilidad de la mar. “El medio marino es imprescindible para poner satisfacer las necesidades humanas. Las granjas no se mueven de sitio, no podemos permitirnos estropear nuestro jardín, si no, no van a poder desarrollarse los ciclos biológicos que llevamos a cabo aquí. Los peces de cultivo tienen unas huellas de carbono e hídrica inferiores a todas las proteínas terrestres”, además de que el sector acuícola es fuente de empleo en comunidades costeras: “En Almería somos 20 personas”; a nivel nacional más de 700 trabajadores que con estrictos estándares de cultivo en el mar, contribuyen a la soberanía alimentaria española.

Hora de volver a tierra firme. Los buzos se quedan terminando su faena, en los próximos días habrá carga de trabajo con los pedidos para las fechas fuertes de Navidad. El agua se mueve, no con virulencia, pero sí lo suficiente como para generar olas que rompen en las calas de El Cañarete. Un entorno paradisíaco para el bañista, del que la industria de la mar también saca partido.

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