El sindicalismo almeriense revive su pasado y mira al futuro
UGT y CCOO reivindican en la Universidad el valor de la lucha sindical Lamentan las acusaciones mediáticas sobre ambos
El pasado y el presente de los sindicatos de clase en un mismo escenario. Ayer, la Universidad de Almería (UAL) acogió una mesa redonda en la que se conmemoraban los 40 años del sindicalismo en la provincia y en la que participaron Diego González, exsecretario provincial de CCOO, Juan Pallarés, actual secretario de esta organización, José Antonio Amate, exsecretario provincial de UGT; y el actual Félix López.
El rector de la Universidad de Almería, Pedro Molina, encargado de abrir el acto, detalló su pasado como miembro de CCOO y sentenció: "No se entiende la democracia sin los sindicatos. Estamos en un proceso de cambio de época pero no se puede perder la raíz del Estado democrático de derecho. La Universidad cree que los sindicatos son necesarios como interlocutores para la cohesión social".
Fernando Martínez, catedrático de Historia de la UAL y moderador de la mesa, hizo un repaso a la evolución de la lucha del pueblo y de los obreros, primero para mantener un nivel de vida, a continuación, con la industrialización, para mejorar las jornadas laborales y salarios y, después, persiguiendo una igualdad en contra del capitalismo "salvaje" en pro del Estado de Bienestar; finalmente, exigiendo libertad nacieron nuevas fórmulas de sindicalismo. "Franco murió en la cama, pero con los movimientos obreros, estudiantil y vecinal se crearon condiciones para la democracia. Los sindicatos fueron escuelas de hombres y mujeres ejemplares".
Diego González recuerda los primeros años de CCOO en Almería como difíciles, "en el 75 la dictadura existía. Era un Estado terrorista, la gente iba a la cárcel por defender sus ideales". González formó parte del núcleo de militantes del Partido Comunista que puso en marcha el embrión de CCOO en Almería a mediados de 1973, que nació como movimiento sociopolítico, pasando a constituirse como sindicato de base cuatro años más tarde. El exsecretario provincial de esta organización recordó a otros colectivos, también con papel relevante, como la organización cristiana de base, los obreros del mármol y el movimiento campesino. Según sus palabras, CCOO supuso un puente en la generación sindicalista entre la Guerra Civil y la Postguerra. "Recuperamos la tradición y sumamos nuevas fórmulas". González explicaba que el colectivo se integró en el Sindicato Vertical y participó en los convenios de sectores como el del comercio o la enseñanza privada.
José Antonio Amate, tras ensalzar la labor de la UAL con foros como el de ayer y criticar a "grupos mediáticos de extrema derecha que van en contra de los sindicatos de clase para que sólo queden el Gobierno y la Patronal", reconoció que UGT lo tuvo más difícil con la llegada de la democracia, pues había sido desactivada por la vía dura como fusilamientos, cárcel y exilio. En los 70, con el retorno de exiliados y la libertad del algunos que fueron presos, la idea era la de refundar el sindicato, pero, según Amate, era difícil llevar la UGT adelante, sindicato cuyo fundador, Pablo Iglesias, compartía con el PSOE, pues éste consideraba que un partido socialista sin base social no tenía función, si bien, ambos colectivos rompieron vinculación en los 80. "En el 30 congreso de UGT en Madrid, aún siendo ilegal el sindicato pero aceptado y no reprimido, se adoptó la resolución que para luchar no participaríamos en el Sindicato Vertical. Mientras CCOO apostó por dinamitarlo desde dentro, nuestra estrategia fue distinta y esperamos que la gente lo abandonase". Para Amate, esta decisión les perjudicó con la legalización de sindicatos. "Tuvimos que arrancar de cero, pero había muchas ganas por parte de los trabajadores de tener plataformas que les defendieran, por eso, el despegue en aquella etapa fue rapidísimo. En apenas un año la Unión General de Trabajadores en Almería pasó de 97 delegados en 1976 a 8.970 afiliados en 1977". Amate recordaba la fusión con la Unión Sindical Obrera a finales del 77 y cuando cada afiliado pagaba 150 pesetas para realizar todas las acciones sindicales; asimismo narró las primeras reuniones en Casa de Miguel Vicente en casa de Pedro Alonso, al que sustituyó como secretario provincial de UGT, y las primeras sedes como el tostadero de café en la calle Santísima Trinidad y, luego, en Martínez Campos. "La UGT actual me supone un sufrimiento personal al oír a medios cavernícolas acusándola de ladrones cuando es lo más honrado".
"Hay que reivindicar la esencia de los sindicatos de clase", decía Juan Pallarés, quien añadía que no es fácil ser sindicalista, "se la juega delante del patrón intentando negociar las condiciones laborales de su compañero". Haciendo referencia a las críticas actuales a los sindicatos, el secretario provincial de CCOO expuso: "No conozco a ningún sindicalista con cuentas en Suiza". Para Pallarés, el actual es el mejor escenario con el que podía soñar la derecha: "La crisis financiera es la excusa para que la derecha y la compañía mediática vapuleen los sindicatos, porque somos incómodos". Para ello, según Pallarés, "el Gobierno utiliza los instrumentos mediáticos, la reforma laboral a través de la cual ha roto la negociación colectiva torpedeando la línea flotante de los sindicatos y tiene a la parte empresarial como palmeros. Pero en peores plazas hemos toreado".
Por último, Félix López apuntaba que los sindicatos son insustituibles porque sólo las centrales sindicales pueden lograr que exista un modelo ordenado de relaciones laborales.
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