Concurso de Jóvenes Solistas 'Manuel del Águila' en el Padilla

Actuarán Álvaro Carmona (saxofón), Ángel Pérez (marimba), Adrián Maldonado (piano) y María Carmen Cazorla (clarinete)

Cartel del concurso que se llevaba a cabo hoy en Almería. / D.a.
Francisco Capel Del Águila

10 de junio 2017 - 02:34

El Auditorio Maestro Padilla acoge hoy sábado la final del IV Concurso de Jóvenes Solistas Manuel del Águila del Real Conservatorio Profesional de Música de Almería (RCPMA). Dicho certamen se viene celebrando desde el verano del año 2013 y pretende impulsar el desarrollo artístico de los alumnos del conservatorio almeriense, haciendo posible algo bastante complicado para los intérpretes de Enseñanzas Profesionales de Música, tocar como solistas con una orquesta.

En esta ocasión, participa la banda del Real Conservatorio de Música de Almería dirigida por Rubén Cid, la Almeraya Symphony Orchestra dirigida por Javier Tapias y las actuaciones de Álvaro Carmona (saxofón), Ángel Pérez (marimba), Adrián Maldonado (piano) y María Carmen Cazorla (clarinete).

Participa la Banda del Conservatorio de Música y la Almeraya Symphony Orchestra

El concurso, patrocinado por la Fundación Cajamar, cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Almería, el AMPA Santa Cecilia y de varias entidades privadas relacionadas con el mundo de la música. Dicho evento se enmarca dentro de las actividades que viene realizando la "Asociación Cultural Manuel del Águila" (ACMA) para mantener viva la memoria del escritor y compositor almeriense.

No hubo señal alguna en el firmamento cuando nació, hace ya más cien años, nuestro ilustre almeriense, aquel 14 de junio de 1914, como acontecía con algunos personajes de la antigüedad, pero al venir al mundo, después de tres hermanas seguidas, seguro que fue muy bien recibido en la casa de sus padres que eran comerciantes y, en aquella época, se necesitaban varones para trabajar.

Pero su vida sufrió un giro radical a los pocos años de nacer y en la primavera de 1920 se quedó huérfano de padre y madre. Un matrimonio íntimo, amigo de la familia, se lo llevaron para pasar una temporada con ellos y al final nunca regresó a su casa familiar para vivir con sus hermanos. Le compraron un piano para que se iniciara en la música y se embarcó en la cultura de la mano de su nueva madre. Abandonó la plaza de su pequeño pueblo de pescadores para entrar en el Ágora del mundo.

Un hombre aferrado a la existencia, a la escritura y a la música. Desde muy joven, Manuel del Águila participó en concursos literarios locales y nacionales, siendo premiado en muchos de ellos.

Trabajó con el Maestro Padilla en la composición literaria del Himno-Plegaria a la Virgen del Mar que fue finalizada el día 8 de abril de 1951, coincidiendo con el acto de Coronación Canónica de la Virgen del Mar, Patrona de Almería. Y con la poetisa Celia Viñas Olivilla, con la que unía una gran amistad, colaboró en varios temas musicales.

En los Juegos Florales celebrados en Almería en año 1955 fue doblemente premiado por sus obras, Poema a la Alcazaba y Poema a la mujer Almeriense, presentada bajo el lema Paisanica del Alma. Desarrolló una intensa labor en la recuperación del folclore popular y tradicional de la provincia. En el año 1955 publicó el cuaderno Canciones Andaluzas. En 1956-57 escribió el Himno de la Santa Cruz del Voto, Patrona de Canjáyar.

Su talento personal y su carácter para tratar con todo el mundo le hacían una persona muy especial. Un personaje culto y ávido de noticias y de libros recién publicados. Le gustaba pasear en bicicleta o caminar para hacer ejercicio, para estar físicamente bien en el mundo, llegar caminando a los sitios que quería ver o encontrase con alguien para charlar.

Manolo pasaba parte de su vida junto al mar, le gustaba oír la música rítmica de las olas, pasear por la orilla y ver los objetos empujados por la marea, bañarse y mirar los colores cambiantes que provocaba la luz del sol en el agua. Admiraba las marinas, los barcos solitarios reposando de la faena en la arena caliente de la playa.

Desde su casa junto al mar, un cuadro de naturaleza muerta llenos de objetos que no tenían ningún tipo de relación entre sí, miraba al Cabo de Gata flotando sobre el mar y coronado con pequeñas nubes deshilachadas. Allí tenía otro piano centenario para no dejar de tocar y crear pequeñas obras. En el año 1988 publicó un libro desarrollado en los pliegues del agua del mar de su pueblo marinero, "Seis chiquillos en la orilla", con dibujos de su amiga la pintora Carmen Pinteño, que mereció elogiosas críticas en la prensa local y nacional.

Manolo quiso novelar la vida familiar, pero no tubo paciencia. Era demasiado disperso con la cultura, buscaba el éxito a corto plazo en artículos, partituras, poemas, etc, para no pararse. Dejó muchas notas y apuntes para desarrollar una gran novela, la de su padre Manuel, pero no llegó a tiempo.

Manolo se puso de acuerdo con la vida para que le dejara vivir más allá de los noventa años y llevó el timón de su barco como un epicúreo.

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