Convivencia, fiesta y música a todas horas en el Festival 'Dreambeach'

Miles de personas acuden a esta cita de música electrónica en el Levante La organización estima que asistirán 70.000 personas

Egbert DJ ante miles de personas en uno de los escenarios.
Ricardo Alba

09 de agosto 2015 - 05:00

Una vez en el recinto, uno se pregunta qué hace aquí un tipo como tú. Lo que hacen todos los demás, o sea, las 69.999 almas que junto con la mía redondean las 70.000 de las que habla la organización a la hora de cuantificar el número de asistentes al Dreambeach Villaricos 2015. Aquí dentro el mundo se queda afuera, esto es otra cosa; ¿Qué es? se pregunta uno, es todo. Es convivencia, fiesta, música, falta de sueño, sueños de una noche de verano, sueños de amor que no lo son y cosas por el estilo. Uno, que ya ha cumplido dos veces y algo más los 20 años, sufre el delirio de ver sobre alguno de los tres escenarios a Mecano, dita sea, pero no, que todo es música electrónica, buena además.

Llegar a primera fila de tablados es como conseguir una barrera para cuando José Tomás, que al paso que llevamos va a torear en Birmingham. Así pues, lo suyo es ver del verbo observar. La organización lo tiene todo, casi todo, previsto. Pocas colas en las duchas, pocas colas en los aseos, o sea, bien, incluido el precio de la comida. No hay quejas en este sentido al menos entre los encuestados. Sí trasciende el precio de la botella de agua de litro y medio a 2 euros con 50 céntimos en la zona de acampada. Hombreeee. Dentro del recinto de conciertos a 3 euros y 50 céntimos. Una caridad, que la mayoría de la gente no pasa de los 25 años de edad. También la mayoría ha llegado hasta Villaricos en precario, "con lo justito", exclama Juancho que viene de Elche.

La procedencia de los asistentes al Dreambeach Villaricos 2015 es diversa. Tres cuartas partes de españoles venidos de Finisterre al Cabo de Gata y el resto de origen internacional: ingleses, italianos, franceses, belgas, noruegos… Una pequeña torre de Babel con el mismo idioma musical: la electrónica. Aquí, en España llegaron demasiado pronto a ella los de Neuronium con sus sintetizadores y demás. Era una cosa como muy de puertas adentro. Tanto, que se con/fundía con la New Age u otras composiciones 'cósmicas'.

Durante la mañana, dormir. En la tarde, a reponer fuerzas. Ya de madrugada, a eso de las 01:00 horas, conciertos hasta las 07:00. El mismo Juancho de Elche comenta que "hasta que el cuerpo aguante". A uno se le cae encima cuando tenía 20 y pocos, que lo mismo: hasta que el cuerpo aguante. Luces, músicas, multitudes, todo en uno. Villaricos explota. El contagio es inmediato, sin saber cómo te encuentras encajonado entre centenares de cuerpos que suben y bajan el tuyo al ritmo de la música o de la exaltación que provocan los que desde arriba, a los que por el nombre no conoces ni de lejos, manejan novedades 'trance' y 'progressive', además de poder encontrarte de lleno con el groove deep house de Vermillion, el sonido épico de Tangled Web hasta la conmovedora We Will Return.

Dicen los 'dreamers' habituales que me quede hasta ver el grandioso amanecer en la playa de Villaricos, que es un añadido más a las sensaciones musicales. Se agradece la intención, si bien el cuerpo de uno ha llegado al límite de su aguante, del aguante musical nocturno y donde esté la cama de uno… Sin embargo, una cosa no quita la otra: que los jóvenes, por favor, no dejen pasar el tren de festivales tipo Dreambeach Villaricos o de otro estilo.

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