Cristo Heredia presenta 'Almeraya' haciendo un tributo a las raíces familiares y el flamenco
El cantaor presentó su nuevo disco donde recuerda a su abuelo, a su padre y a otros artistas
Por calidad, afinación y entrega, ver a Cristo Heredia sobre un escenario ofreciendo su amplio conocimiento del flamenco se ha convertido en los últimos años en un acto frecuente. El sábado hizo lo mismo ante un Teatro Apolo que estuvo a punto de colgar el cartel de 'no hay entradas', pero la cita tenía un componente especial, la presentación de su primer trabajo discográfico, Almeraya. El cantaor aprovechó la actuación para agradecer y rendir tributo a sus antecedentes artísticos, como su padre El Hércules, "el que escribía las bulerías más gitanas", o a su abuelo El Pirri, "que era el que mejor cantaba las seguiriyas de toda España", apuntó Cristo Heredia entre canción y canción.
David Fragüero El Niño de la Fragua y José del Tomate, hijo de Tomatito, a las guitarras, Jhony Cortés en la percusión, y Juan Andrés Heredia y Tony Santiago en las palmas arroparon al cantaor en una noche en la que se evidenció estar ante un artista de largo recorrido, con un presente esplendoroso a sus 27 años y un potencial que, por el momento, no parece tener techo.
En su actuación desgranó todos y cada uno de los ocho cortes que conforman Almeraya, donde presenta varios palos como muestra de su versatilidad, la caña de Viva Andújar, con recuerdo para Rafael Romero El Gallina, los cantes de la tierra en La Tortolica, o las bulerías Mirando Atrás, donde toma maneras de Antonio Chaqueta, La Niña de los Peines y la Perla de Cádiz.
Ejecución perfecta y grandes acompañamientos de José del Tomate y el Niño de la Fragua, más lírico uno, más veloz el otro.
La bulería por soleá de Contigo me den las doce dio paso a un sentido reconocimiento a sus raíces familiares, como la dedicatoria El abuelo Juan por seguiriyas y un viaje a Cuna de los Tangos, por tangos extremeños.
Fue en las alegrías Plaza de los Pescadores cuando irrumpió en escena Ana Alonso, de rojo intenso, para ofrecer su desbordante y pasional arte al baile, arrancando los vítores de los asistentes. Para terminar, llegarían las bulerías La Chanqueña con otra dedicatoria para su padre.
El público, puesto en pie y ovacionando durante varios minutos, reconoció el valor de un Cristo Heredia que suma y sigue acumulando méritos en el noble arte del flamenco. Fue una noche apoteósica y difícil de olvidar por tanto duende.
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