"La forja de una rebelde", la última novela de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo llega el jueves a Diario de los Libros
Cultura
La presentación tendrá lugar a las 19:00 horas en la Casa de las Mariposas, con entrada libre hasta completar aforo
Los escritores Lorenzo Silva y Noemí Trujillo llegan el jueves a Diario de los Libros para presentar su última novela, "La forja de una rebelde". El acto tendrá lugar a las siete de la tarde, en la Casa de las Mariposas. La entrada será libre, hasta completar aforo.
Estamos en el segundo caso de la serie de Manuela Mauri: mujer, madre y policía. Desde el inicio de la alerta sanitaria no ha tenido un respiro; sus hijos, en casa, están irritables y agresivos y a Alberto, su pareja, no le ha sentado nada bien la convivencia forzosa con ellos.
Una investigación en tiempos de pandemia
En medio del caos, un doble crimen en Alcalá de Henares le quitará el sueño a Manuela: Carlota, una joven de diecinueve años, avisa a la policía al encontrar a su padre y a su madrastra muertos a tiros en su casa. Una fiesta ilegal y el testimonio de diez jóvenes en guerra con la sociedad serán claves en la investigación que le hará pensar mucho en los conflictos entre padres e hijos.
La forja de una rebelde no es solo una novela negra, es, además, un homenaje a la lectura. «Cuando apagué la luz, se me quedó dando vueltas en la mente un párrafo de la novela que había olvidado, incomprensiblemente. Hablaba del acto de matar, representándolo a través de la metáfora de un insecto: aplastarlo con el zapato, dice Barea, es repugnante, deja en la suela un churretón que invita a vomitar; en cambio, un insecto vivo es una maravilla que uno puede contemplar durante horas. “Matar es monstruoso y estúpido”, sentencia. Mis años en el oficio no me han ayudado a encontrar dos adjetivos más exactos.»
Nota de la inspectora Mauri
No sé si a ti, como a mí, estos meses de pandemia te han desbordado; no hablo de la sensación de miedo e incertidumbre, que también, sino de algo mucho más amplio y más difícil de expresar con palabras, una especie de desconcierto, parecido al que produce leer un texto de Beckett.
Eso fue lo que me sucedió aquellos días en los que tuve que dirigir la investigación de un doble crimen durante la primera ola de la pandemia del covid. Miro atrás y tengo una sensación rara con mi percepción del tiempo. Por un lado, parece que fue ayer cuando murió doña Concha, la madre de Martina, mi mejor amiga; por otra parte, parece que hayan pasado decenas de años.
El impacto emocional de la pandemia ha sido diferente en cada uno de nosotros: yo perdí a alguien a quien quería, discutí con mi pareja, que se fue de casa, y viví con impotencia el abandono escolar y el repudio hacia mí de mi hijo mayor, que se sumió en una apatía extraña que sigo sin entender. Además, la mitad de mi equipo estaba de baja: Gallardo por covid y Guadalupe por maternidad. Y al malestar mental y la sensación de embotamiento se sumaron unas hemorragias que me dieron un poco la lata y me obligaron a pasar por quirófano.
Ante este desafío que lo abarcó todo, lo personal y lo profesional, me refugié en los libros en mis pocos ratos libres y afronté varias relecturas: Arturo Barea, Julio Cortázar, Agatha Christie, Julio Verne... Y pensé en un título de George Perec: La vida, instruccionesde uso.
De golpe, el mundo que conocíamos había cambiado por completo, de forma radical, y estábamos sin instrucciones para ese mundo nuevo que se abría paso. En esas condiciones llevé adelante aquella investigación que me hizo pensar mucho en los lazos entre padres e hijos y en todos esos conflictos generacionales que se repiten en cada época, con diferentes argumentos pero con las mismas estructuras y percepciones erróneas respecto al pasado. Me ayudó además a reflexionar sobre quién era yo: mujer, madre y policía. Pero también un ser perdido en este nuevo mundo y sin instrucciones de uso para saber cómo adaptarme a él. Anoté algunas de mis impresiones de ese año cero de la era poscovid en La forja de una rebelde y si tienes curiosidad por leerlo la única regla que puedo ofrecerte es que no pretende ser un retrato de la pandemia sino solo un testimonio más, el mío, el de esta nueva Manuela Mauri que aún no he terminado de conocer del todo y con la que estoy intentando familiarizarme.
Los autores
Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es el creador de la popular serie policíaca de los investigadores Bevilacqua y Chamorro, que le ha valido premios como el Nadal y el Planeta y del que la última entrega es El mal de Corcira. También es autor de numerosas novelas (como La flaqueza del bolchevique, Carta blanca, Recordarán tu nombre o Castellano, entre muchas otras), relatos, ensayos y libros de reportajes y viajes.
Noemí Trujillo (Barcelona, 1976) ha publicado catorce poemarios, varios libros de literatura infantil y juvenil y las novelas Suzanne y El amor tan temido.
Silva y Trujillo han escrito a cuatro manos las novelas juveniles Suad y El palacio de Petkoy, tras adentrarse juntos en el género policíaco con Nada sucio, en 2019 iniciaron la serie protagonizada por la inspectora Manuela Mauri con Si esto es una mujer
La forja de una novela
«Los libros están muy bien, y se ve que te han dado muchas cosas buenas, pero no te líes, no apliques las ideas que lees en ellos donde no vienen a cuento, y no los uses para alterar la realidad a tu conveniencia. Las lecturas que al final sirven son las otras, las que desde la imaginación te alumbran lo que hay.»
Martina Hernando, inspectora retirada y la mejor amiga de Manuela, pierde a su madre durante la pandemia de la COVID-19. Es una de las muchas personas que han muerto en las residencias de ancianos de Madrid durante el confinamiento. La inspectora de homicidios Manuela Mauri no encuentra palabras para consolarla: tiene las emociones a flor de piel y ella añora, también, las manos de su madre.
Este es el estado de ánimo en el que se encuentra Manuela Mauri antes de enfrentarse a la investigación del nuevo crimen que ocupa las páginas de La forja de una rebelde. Desde el inicio de la alerta sanitaria no ha tenido un respiro; sus hijos, en casa, están irritables y agresivos y a Alberto, su pareja, no le ha sentado nada bien la convivencia forzosa con ellos. Manuela, por primera vez en su vida, se siente desbordada por los acontecimientos. Su segundo caso: una investigación en tiempos de pandemia: «Me dieron ganas de gritar: “¡Javier, coño, que no nos podemos tocar!”, pero no lo hice. Sabía que Javier se había hecho tres PCR, una tras otra, y había dado negativo. Llevaban ambos puesta la mascarilla, además. Y quizá yo me estaba volviendo un poco paranoica con tanta higiene y tanta distancia de seguridad. Qué extraño, qué triste y qué desangelado resultaba todo en aquellos primeros días. Cómo nos desbordó.»
En medio del caos, con calles fantasmagóricas y carreteras vacías, un doble crimen en Alcalá de Henares le quitará el sueño a Manuela: Carlota, una joven de diecinueve años, avisa a la policía al encontrar a su padre y a su madrastra muertos a tiros en su casa. Una fiesta ilegal convocada al más puro estilo Agatha Christie imitando su novela Los diez negritos y el testimonio de diez jóvenes en guerra con la sociedad serán claves en la investigación. «Ven a la Isla del Negro, un sitio encantador. Tenemos tantas cosas que contarnos... De 17 a 20 h en casa de Jorge. Trae alcohol.»
Una reflexión literaria
No es solo una novela negra: es, además, un homenaje a la lectura. Una novela policial que va mucho más allá de la investigación de un homicidio, porque nos enfrenta a conflictos invisibles que conviven con el sujeto contemporáneo: la infelicidad, la frustración, la ira y el odio como males propios de nuestro tiempo. En un Madrid sitiado por un virus las diferencias generacionales de nuestra sociedad explotarán en esta investigación para recordarnos, a cada uno de nosotros, el peso de nuestra conciencia. Como en su día Maj Sjöwall y Per Wahlöö, Trujillo y Silva unen sus miradas para esbozar a través del género negro una instantánea de la sociedad en la que viven.La forja de una rebelde combina los argumentos y recursos del género policial clásico con la mirada sobre asuntos candentes a los que no podemos dar la espalda. La novela atraviesa el género transformándose también en una reflexión literaria sobre las experiencias y los deseos que forjan nuestro carácter.
Para enfatizar más si cabe el poder que los libros ejercen en nuestras vidas, Noemí Trujillo y Lorenzo Silva acuden a las páginas de la trilogía de Arturo Barea, al que aluden desde el mismo título, en un notorio homenaje a La forja de un rebelde —al igual que en la primera novela de la serie, Si esto es una mujer, homenajeaban al Primo Levi de Si esto es un hombre—, como una de las lecturas que desde la imaginación alumbran la realidad.
A lo largo del relato se mezclan otras lecturas, desde London, Melville y Dumas, a quienes Manuela lee con su hijo pequeño las noches que su trabajo se lo permite, hasta Cortázar o el Pável Kohout de La hora estelar de los asesinos. Un juego metaliterario que acompañará al lector a lo largo de la novela y a la propia Manuela Mauri durante la investigación. «Cuando apagué la luz, se me quedó dando vueltas en la mente un párrafo de la novela que había olvidado, incomprensiblemente. Hablaba del acto de matar, representándolo a través de la metáfora de un insecto: aplastarlo con el zapato, dice Barea, es repugnante, deja en la suela un churretón que invita a vomitar; en cambio, un insecto vivo es una maravilla que uno puede contemplar durante horas. “Matar es monstruoso y estúpido”, sentencia. Mis años en el oficio no me han ayudado a encontrar dos adjetivos más exactos».
No hay comentarios