Revelación de la acuarela
Carlos Romera, con las delicias de su arte, apunta a engrosar la lista insigne de los pintores acuarelistas españoles contemporáneos
Carlos Romera se perfila, en la actualidad, como uno de los valores más firmes de la Acuarela española. Su capacidad innata para la interpretación del paisaje, tanto rústico como urbano, le otorga, a través de esta técnica centenaria, al agua", un lugar de honor destacado y merecido dentro del panorama nacional de las artes pictóricas.
Su destreza dibujística, dominio cromático, acierto compositivo y capacidad creativa, han hecho de este joven pintor, acuarelísta almeriense, un auténtico artífice y no un vulgar operario de taller, como los que tanto abundan, con la vista clavada más en el lucro monetario que en la consecución feliz de sus trabajos.
Con un envidiable estilo personal se desmarca, por completo, de la influencia de paletas ajenas que puedan coaccionar artísticamente sus conquistas, sin caer en la funesta tentación de que sus obras sean producto del plagio o la copia más o menos afortunada, por no decir descarada, que pueda confundir fraudulentamente al espectador.
Podemos asegurar, sin ningún temor a equivocarnos, que no existe en Carlos Romera, otra influencia que no sea la inquietud jamás satisfecha de su espíritu creador por conseguir, día tras día, nuevos y mejores resultados que le superen.
Domina la dificultad compositiva con una pincelada suelta, valiente y armoniosa sin atentar, en ningún momento, contra el sentido de unidad del color, imprescindible para la adecuada entonación de cualquier obra de mérito.
La especial elegancia de sus tonos medios, ricos en matices lumínicos, bajo el control total de la gama dominante infunde a los motivos que representa una emoción tan sutil y y penetrante como absorbente, capaz de influir y afectar hasta las sensibilidades más duras y exigentes. Ritmos y equilibrios coloristas, cautivadores, preñados de entusiasmo, capaces de sorprender al primer contacto de la mirada; tanto en los primeros planos, donde acentúa la fuerza, como en los fondos más lejanos, soberbios y vaporosos, envueltos en grises finísimos que asordinan las voces de los fuertes contrastes.
Auténticas sintonías cromáticas, tanto en los volúmenes como en las formas que nos trasladan el embrujo de las musas que poblan su mundo interior, con un mensaje sensible de quietud y maestría, poco frecuente en estos tiempos de confusionismo donde el "TODOVALISMO reinante" deja mucho que desear. De ahí que sea tan grato ocuparse de artistas, como éste, en quien se unen, el estudio sostenido y atento, la ruta clara y despejada y la vocación más pura.
La acuarela española recibirá, de muy buen agrado, a este sorprendente valor almeriense, que está demostrando su inmensa valía allí donde se le conoce. Su talento , me refiero a su forma particular de concebir y elaborar la acuarela, hacen de su arte una clara alternativa al principal referente de la acuarela almeriense, como es la del consagrado, Julio Visconti, abriendo un nuevo camino de la expresión artística de esta disciplina tan querida y apreciada en nuestra tierra.
Al carácter tranquilo y humilde de Carlos Romera no gusta del halago inmerecido, por lo que su discurso, prefiere ofrecerlo en clave artística y desde él, presenta a través de sus acuarelas, los mejores mensajes de su alma, sin otra recomendación que la de sus propios valores. Una actitud sincera e inteligente que suele aparecer y desprenderse de los auténticos genios.
El tiempo será el encargado de situar a este gran artista en el lugar que le corresponde, haciendo de su virtud un regalo a los sentidos de los buenos degustadores de su arte. Como crítico y almeriense no me queda otro remedio que rendir a Carlos Romera este merecido homenaje, producto de la admiración y respeto que desde mi noble saber y entender puedo sentir, conocer y ofrecerle, orgulloso de haberle descubierto en mi dilatada experiencia. A pesar de su corta edad, ya dispone ya de los mejores atributos que pueden acompañar a un artista de verdad, hecho desde el sacrificio y la escasez de medios económicos; pero, vencedor sobresaliente del difícil camino emprendido desde los albores de su juventud. Siempre animoso y sin rendirse ante la infinidad de vicisitudes hasta hoy vividas, Ahora, se verá recompensado, posiblemente, de su gran esfuerzo; o mejor dicho, de su oficio de pintor, cuando se entiende la profesión, desde la vocación, el divertimento y el reto constante de lucha.
Las acuarelas de Carlos Romera engrosarán las buenas pinacotecas, donde quedará inmortalizado el paisaje almeriense, hoy tan de moda, con el rodaje de la película EXODUS, que volverá a dar protagonismo a nuestra tierra.
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