Literatura

Rubén Martínez Reche

La alquimia del suspense

Santiago Díaz presentará su nuevo libro ‘Jotadé’ mañana miércoles a las 20 horas en el Hotel Catedral dentro del ciclo ‘Diario de los libros’ que organiza Diario de Almería

18 de noviembre 2025 - 06:10

Santiago, guionista y novelista madrileño, se ha consolidado en los últimos años como una de las voces más dinámicas del thriller español. Tras el éxito de obras como Talión y la serie protagonizada por la inspectora Indira Ramos, el autor regresa con Jotadé, una novela que amplía su universo narrativo y confirma su dominio del suspense, ejerciendo sobre la trama una alquimia narrativa capaz de convertir los elementos más cotidianos en pura tensión destilada. En esta nueva entrega, el autor combina su habitual ritmo cinematográfico con una trama cargada de tensión y giros precisos, y lo hace con una cadencia precisa: cada escena avanza como un latido, cada dilema golpea sin artificio y cada revelación cae con el peso exacto para mantener al lector en vilo.

La novela apunta, sin rodeos, a la fractura social que sufre su protagonista: “Ser gitano cierra muchas puertas en el mundo payo, y, si además eres policía, las puertas se cierran también en tu propia comunidad” (p. 14). En esa declaración vibra la herida de quien camina por una cuerda floja, sin pertenecer del todo a ninguno de los lados que lo reclaman. Desde las primeras páginas, la novela despliega la tensión latente entre gitanos y payos, dos mundos que conviven en paralelo pero que apenas encuentran un verdadero territorio común. En ese cruce de fuerzas contrapuestas entre payos y gitanos, en esta identidad fragmentada, la postura del protagonista queda clara: “Jotadé Cortés no se avergüenza de ser ni una cosa ni la otra, aunque, eliminando una de ellas de la ecuación, su vida sería mucho más sencilla” (p. 14).

La obra de Santiago Díaz encarna la esencia de la literatura negra y encontramos ecos de grandes maestros del género, como Raymond Chandler o Dashiell Hammett. Así, en el detective Jodadé vamos a ver reflejada la combinación de aguda perspicacia y código ético personal en un mundo urbano corrupto y sombrío, donde la moralidad es siempre ambigua. Solitario y crítico, transita entre la legalidad y la corrupción, enfrentando dilemas éticos complejos mientras desentraña tramas oscuras. La voz del protagonista, directa y mordaz, refleja el humor irónico que humaniza su carácter, mientras la violencia y el peligro constantes del entorno ponen a prueba su ingenio y sus límites. En este universo, los aliados y adversarios esconden motivos ocultos, y cada decisión de Jotadé revela la delgada línea entre el bien y el mal.

El protagonista de la novela utiliza para sus desplazamientos su coche particular, un viejo Cadillac Eldorado del 89 que cuida con esmero y pasión, tal como le espeta al empleado de la ITV que le realiza la inspección técnica a su preciado vehículo: “ que sepas que yo cuido este coche mejor que tú a tu madre” (p.15). Su llamativo Cadillac sirve, en el contexto de la trama, para reforzar y simbolizar la personalidad y el estilo de vida del subinspector. Jotadé es un personaje irreverente, que aborrece las jerarquías y se salta las normas, y su coche es una extensión de eso. Un Cadillac viejo, ostentoso pero anticuado, contrasta fuertemente con la imagen típica y más discreta de un policía convencional, mostrando su excentricidad y su rechazo a lo establecido.

En Jotadé los diálogos se destacan por su agilidad, naturalidad y capacidad para revelar tanto la trama como la personalidad de los personajes. Cada línea cumple un doble propósito: avanza la investigación y al mismo tiempo define caracteres, mostrando la ironía, el cinismo o la vulnerabilidad del protagonista y de quienes lo rodean. Inspirados en la experiencia de Santiago Díaz como guionista, los intercambios son breves y directos, evitando descripciones innecesarias y generando un ritmo cinematográfico que mantiene la tensión narrativa. Además, los diálogos refuerzan el tono de novela negra de la obra, con respuestas rápidas, sarcasmo sutil y un trasfondo de amenaza o peligro implícito, logrando que cada conversación no solo comunique información, sino que también contribuya a la atmósfera oscura y a la construcción de un mundo urbano lleno de ambigüedad moral.

Nos encontramos ante una novela en la que la huella de la experiencia de Santiago Díaz como guionista se percibe en cada detalle de la narrativa: capítulos breves que funcionan como escenas cuidadosamente construidas, otorgando un ritmo ágil y constante; el uso recurrente de capítulos que cierran cada sección con un giro inesperado, manteniendo al lector en tensión refleja la técnica de las series televisivas; los diálogos directos, fluidos y realistas que no solo agilizan la lectura sino que delinean con precisión a los personajes. Además de todo esto, una estructura de thriller que entrelaza la trama principal con múltiples subtramas, creando complejidad y profundidad al estilo de las mejores series policiacas; y un arranque impactante, con un suceso inicial contundente que capta la atención desde la primera página, evocando la fuerza de la puesta en escena cinematográfica.

Leer Jotadé es acercarse a la obra de un auténtico alquimista del suspense. Santiago Díaz toma los elementos más cotidianos de la vida urbana, y los transforma en materia narrativa: tensión, misterio y emoción contenida que brillan en cada página. Sus diálogos provocan reacciones inesperadas; sus giros de trama, cuidadosamente equilibrados, suponen una atracción sobre el lector, que se ve atrapado entre lo que sabe y lo que intuye, entre la certeza y la duda. Cada capítulo es un laboratorio donde Díaz combina ingredientes dispares -humor, ironía, violencia, moral ambigua- y los “destila” hasta obtener una narrativa pura y luminosa, que no solo entretiene, sino que también revela las sombras que habitan el corazón humano, aunque dejando una puerta abierta a la esperanza.

Los lectores estamos de suerte, porque Santiago Díaz está el proceso final de escritura de la continuación de la saga de Jotadé que aguardamos con impaciencia. Como un buen alquimista, el autor juega con la materia bruta de la realidad y, con paciencia y destreza, la convierte en algo más profundo. Díaz es un maestro que conoce a la perfección la alquimia del suspense.

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