Los alumnos más fieles al festival de Vélez Blanco: repiten cada año
El encanto de Vélez Blanco y su festival seduce a los estudiantes que, en muchos casos, repiten durante décadas
Claves y órganos que viajan por España hasta Vélez Blanco
El Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco es como una gran familia. Organizadores, profesores, estudiantes, voluntarios, periodistas y fotógrafos han creado lazos que perduran ya durante muchos años. Para ellos, estos nueve o diez días son como un retiro estival que se ha convertido en una cita fija en el calendario.
Es fácil toparse con rostros conocidos por el convento de San Luis, convertido en escuela de música, y por los pasillos del hotel Los Arcos, la ‘guarida’ del seminario de historia. Muchos de los estudiantes que se inscriben a los cursos repiten año tras año, atraídos por el encanto de un pueblo donde estos días se respira un ambiente especial. El embrujo del festival.
Cristina Murcia Parra es la alumna más longeva del festival. Se inscribió a los cursos en 2010 y, desde entonces, no ha fallado ni un año. Son, en total, quince ediciones. Ha pasado por los cursos de canto coral, canto solista con profesoras como Erika Escribá y Raquel Andueza, y este año se estrena en orquesta, con Aarón Zapico.
“Conocí el festival por el director de la coral Virgen del Mar de Almería, Joaquín Torrecillas, que es también el pianista repertorista del festival”, explica Cristina. Y quedó tan prendida del ambiente que se vive que tanto ella como sus amigas de la coral, Belén de Gracia y María Castilla (otras dos de las más longevas), han convertido en tradición su asistencia a los cursos.
Miguel Ángel Milán y María Salinas son matrimonio y compañeros del curso de canto coral. Ambos forman parte de el Coro Ciudad de Almería y del cuarteto Anacrusa y llevan desde 2012 participando en los cursos. “Solo hemos faltado dos veces, en 2020 por la pandemia y en 2014 porque se casó nuestra hija”, explica María.
Han visto el festival crecer e ir cambiando edición tras edición. “Recuerdo cuando había cursos de danza y de arpa y los espectaculares recitales de final de festival”, cuenta Miguel Ángel. También habla con emoción de algunos de los conciertos “épicos” que han podido disfrutar durante estos años, como los de Egeria y Ópera Omnia, por citar solo algunos más recientes.
Ahora que ambos están jubilados “solo queremos pasarlo bien y disfrutar” y para ellos, este festival es una de las mejores formas de hacerlo. “Tenemos nuestro apartamento reservado cada año en el Palacil; seguiremos viniendo”, aseguran.
Un caso bastante particular es el de Nina Díaz, una alumna que pese a su juventud —solo tiene 15 años— ya se ha convertido en una de las veteranas del festival. Se apuntó al taller de viola da gamba por primera vez en 2018, con solo ocho años. “Cuando me sentaba en la silla, ni siquiera llegaba con los pies al suelo”, bromea. Nina estudia el cuarto curso del grado profesional de flauta travesera en el conservatorio de Lorca, pero durante una semana al año cambia su instrumento por la viola da gamba.
En estos años ha establecido una relación muy estrecha con Helena Rico, otra de las alumnas más longevas. Cada año, desde 2021, viaja desde Madrid a Vélez Blanco con su viola, se aloja en el camping del Pinar del Rey y disfruta de una semana de música antigua, cenas a la fresca en La Sociedad y madrugadas de conversación y copas en el pub 17. “Tengo la sensación de que si no vengo no es verano;hay gente que tiene pueblo pero yo no tengo, pero tengo Vélez Blanco y he creado bonitas amistades”, admite.
En el otro mundo que convive con el de la música estos días, en el seminario de historia, también hay alumnos de los que se pueden considerar fijos. Javier Gómez llegó de la mano de su profesor Francisco Andújar y ya lleva ocho años siendo alumno del seminario. Aquí ha trabajado su tesis sobre la ascendente trayectoria de un noble catalán, que ya ha concluido, pero eso no le evita seguir viniendo a Vélez Blanco:“Me gusta el ambiente, poder estar con amigos que solo veo una vez al año, refrescar la mente”, explica.
Para su compañero Rubén Gálvez esta la séptima edición en la que participa. También ha hecho ya su tesis, en este caso sobre las dinámicas de corrupción del duque de la Palata, virrey de Perú , pero sigue inscribiéndose al seminario porque, como todos los anteriores, ha sido víctima del embrujo velezano.
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