Cultura

El flamenco puro y jondo de Alfredo Tejada inundó la peña El Morato

  • El genial cantaor estuvo acompañado por el guitarrista Antonio de Patrocinio hijo

Otra noche para enmarcar en la Peña el Morato, una noche de lujo con "flamenco de muchos quilates" el que ofreció Alfredo Tejada con la insuperable guitarra de Antonio de Patrocinio Hijo.

Cante de una ortodoxia exquisita, cante añejo, rancio, antiguo, con sabor y con "sonidos negros" como decía Federico García Lorca cuando se refería a esa voz flamenca de Manuel Torres. Alfredo presentaba su disco Directo grabado de ésta forma en un recital en la Peña La Platería de Granada, y seguro que después del recital en el Morato podría sacar otro disco en directo por lo bien que resultó la noche y la complicidad que hubo entre cantaor y guitarrista.

Si la voz de Alfredo llenó de "jondura flamenca", no menos la guitarra de Patrocinio que es una auténtica máquina, de profundidad, con potencia cuando hay que atacar alguna falseta o hacer un rasgueo para recoger un tercio del cantaor, o dulcificar el toque cuando ese pasaje del cante lo requiere, con gran creatividad y musicalidad, Antonio sabe transmitir las sensaciones adecuadas al cantaor para hacer llegar al público el flamenco en su más pura expresión.

Comenzó la primera parte templándose con unas Malagueñas estilo Cepero y Sernita pero los creadores Francisco Lerma Fosforito el Viejo y Enrique el Mellizo, con abandolao.

Seguidamente vinieron varias músicas por Soleá de Alcalá "muy despacito" con me le gustaba al gran Monolito de María, con mucho peso como se dice en el flamenco y con unos "silencios flamencos a compás" de esos que extasían a los que sienten el flamenco, continuó por Tientos y Tangos, también muy paraos como hay que decir el cante remató por Alegrías y Cantinas con un compás extraordinario sacando sus dotes de cantaor para el baile.

Para comenzar la segunda parte, nada más y nada menos que la Seguiríya, donde lo dio todo, se entregó y cantó como hay que cantar este cante, quejándose hasta límites extremos, "los duendes inundaron la cueva", después unas Granainas, con Abandolao, Bulerías por Soléa y un ramillete de Fandangos espectaculares y no faltó el fin de fiesta.

Se encontraba entre el público la bailaora Carmen González, profesora en el Conservatorio Profesional de Danza "Kina Jiménez" de Almería, a la que invitó Alfredo, gran amiga de ella para que subiera al escenario y bailó una "patailla por bulerías" que puso al publico de pie. Otra noche mágica en el Morato.

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