Cómo montar una ópera en cinco días: el gran reto del Festival de Vélez Blanco

La academia del festival ha trabajado este año en conjunto para representar La liberazione di Ruggiero dall’isola di Alcina: este sábado a las 21:00 horas

La energía joven que mantiene vivo al Festival de Vélez Blanco

Ensayo general de la ópera que representa este sábado la academia del festival de Vélez Blanco / JAVIER ALONSO

La principal novedad de esta edición del Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco está en su academia de música, que ha dado "un salto cualitativo", según la directora del festival, para abordar una tarea titánica pero, a la vez, muy estimulante: montar una ópera en tan solo cinco días.

Desde el pasado lunes cuando comenzaron las clases del curso de verano hasta este mismo viernes a última hora, las decenas de alumnos de orquesta, canto y coro han dedicado cuantiosas horas de trabajo y ensayos a la ópera La liberazione di Ruggiero dall’isola di Alcina. Se trata de una obra de Francesca Caccini (1587-ca 1641). Ha sido la elegida porque este año se cumple el 400 aniversario de su estreno en Florencia y porque, además, tiene una enorme relevancia histórica: fue la primera ópera compuesta por una mujer. Además, era el encargo de otra mujer, la Gran Duquesa Maria Maddalena d’Austria. En un festival como este donde la perspectiva de género es tan importante y que apuesta por dar visibilidad a las obras de las mujeres, cobra especial relevancia el hecho de que en esta ópera el tratamiento de los personajes sea, de manera valiente y, en cierta manera, inaudita, favorable hacia el lado de las mujeres: Melissa y Alcina ejercen el poder y la seducción mientras que Ruggiero no acaba de salir de su ensimismamiento. Una clara, moderna e inapelable distribución de poder.

Los estudiantes de la academia llegaron a Vélez Blanco con el repertorio previamente estudiado, con objeto de ultimar el montaje de la obra durante las clases y ensayos. Su primera toma de contacto grupal fue nada más aterrizar en el festival, el lunes a primera hora. Reunidos en la iglesia del convento recibieron algunas directrices sobre cómo se organizaría el trabajo de la semana. Han sido muchas horas de ensayos individuales por un lado y grupales por otro. Durante las mañanas y tardes la escuela de música no ha dejado de tener un trasiego continuo de cantantes, instrumentos y partituras.

Como explica la profesora de canto Marta Infante, cuando ella participa en una ópera profesional en grandes teatros como el Liceo lo habitual es ensayar durante un mes y medio. Aquí lo han hecho en apenas cuatro días, ya que el viernes se utilizó para el ensayo general. "Sobre todo hemos trabajado muchísimo la escena, por una parte, y la música por otra, y finalmente se ha juntado todo", cuenta. Así pues, para los alumnos, esta experiencia ha supuesto "meterlos en el mundo profesional a lo bestia", concluye la mezzosoprano.

Durante estos días han trabajado a destajo bajo la dirección musical de Aarón Zapico, con el magisterio vocal de Marta Infante y Jorge Enrique García, de Noelia Reverte y Alejandro Villar en los conjuntos instrumentales, con Jorge Enrique García y Bruno Campelo en la dirección del coro y con Joaquín Torrecillas como repertorista.

No ha sido sencillo conjuntar a personas de diferentes perfiles, algunos con más experiencia y otros más nobeles. Acostumbrados, en muchos casos, a subir al escenario tan solo a cantar, tampoco ha sido fácil para ellos vencer esa vergüenza que supone tener que interpretar también un papel dramático. Pero con paciencia y mucha determinación, sobre todo (los profesores ayudaron en todo momento a que nadie se diese por vencido), la obra ha ido tomando forma y el resultado final es más que digno.

Pero para la puesta en escena de una ópera de este tipo es necesario el trabajo de mucha gente más, como es el caso de los voluntarios del festival. Algunos de ellos se encargan del maquillaje (las hermanas Gázquez), otros de la regiduría, otros ayudan con el vestuario... Ha sido un trabajo realizado durante meses buscando atrezzo (velas, un tridente, espejos), diseñando la escenografía (con una enorme tela de tul en el centro del escenario), o ideando efectos especiales (con unas planchas de metal recrean los truenos, por ejemplo).

Quienes asistan este sábado a la iglesia del convento de San Luis no solo podrán ser testigos de una ópera casi profesional con músicos y cantantes de un gran nivel, sino que, además, tendrán la oportunidad casi única de disfrutar una obra que es difícil de ver en otro lugar porque apenas ha sido representada en España.

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