El público ovaciona en cuatro ocasiones a Inma González tras ‘Mauthausen. La voz de mi abuelo’
teatro
El Área de Cultura y Axioma Teatro llenan el Apolo con la propuesta del Programa Delicatessen
El Apolo vivió una nueva velada mágica de la mano del Programa Delicatessen que coordina Axioma Producciones. Con un lleno que casi estuvo a punto de colgar una vez más este otoño el cartel de ‘entradas agotadas’, las tablas del teatro recibían la obra Mauthausen. La voz de mi abuelo. Un imponente y vibrante solo de la actriz Inma González, de Trajín Teatro, con el que revive las vivencias de su propio abuelo en distintos campos de concentración, primero francés y después dos de los nazis.
Hasta en cuatro ocasiones tuvo que salir a escena una visiblemente emocionada Inma González, que lloró de gratitud entre los aplausos, como ya lo había hecho en el transcurso de la obra en escenas donde el protagonista se cuestionaba la inutilidad y crueldad de la guerra y el horror de tanta sinrazón.
Pero la obra Mauthausen. La voz de mi abuelo no es solo una tragedia sentimental. A lo largo de la vertiginosa representación, hay espacio para la camaradería, para la pillería de un chaval –recreado- de 16 años, para contar cómo los partidos de fútbol eran la salvación por unos minutos en el campo de concentración y también para decir que, pese a todo, no hubiese cambiado nada de su vida porque a su mujer, con la que tuvo hijos, nietos y tataranietos, no la hubiera conocido de no ser por el campo de concentración.
La obra también exprime los recursos escenográficos como emular las personas a través de pares de zapatos viejos y usados que, según el momento, se arrastran, pisan, acompañan o caen a crematorios después de ser gaseados, donde la alambrada se alumbra con luminarias siniestras o el empleo del humo y la oscuridad.
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