“El toreo es como el amor: es poesía o no es nada”
Almería y sus personajes I Diego Morata Artés (Cirujano)
Entró en el equipo médico de la plaza de toros hace 50 años. El cirujano jefe se despide del coso en estas fiestas de la Virgen del Mar
Mi sorpresa fue mayúscula cuando llamé a Diego Morata para entrevistarlo y me soltó la inesperada primicia: “José Luis, este va a ser mi último año como cirujano jefe de la Plaza de Toros”. Había que indagar en el tema. Así lo hicimos ante un buen desayuno.
–A ver, Diego, ayer no debí entenderte bien. ¿Lo dejas?
–Pues sí, tras 50 años en el equipo médico de la Plaza de Toros de Almería, los 30 últimos como cirujano jefe, creo que es el momento de darle la alternativa al que ahora es mi segundo, Gabriel López Ordoño. Han sido muchos años de continuo estrés, de mucha responsabilidad, de no ir a los toros a disfrutar como los demás aficionados y en esta Feria de 2021 pongo el punto y final a todo esto.
–¡Qué callado te lo tenías!
–Bueno, tampoco es para tanto. Ha sido una decisión que tomé en estos meses de la pandemia pues ya había cerrado mi consulta privada, me jubilé de la Clínica Mediterráneo y tocaba decir adiós a la Plaza de Toros. Ha sido medio siglo de responsabilidad, primeramente a la sombra de mi tío Domingo Artés, luego de Luis Gómez Angulo y finalmente como ‘primer espada’.
–A ver, vamos a rebovinar este tiempo de Cirugía Taurina.
–Mira, estudié Medicina en Granada y realicé la especialidad de Cirugía General en el Hospital Arrixaca de Murcia. Acabé en 1973 y aquel año el Dr. Gómez Angulo me incorporó a su equipo de la plaza de toros. Con él permanecí hasta 1990, en que se jubiló y Manuel Cuesta, me ofreció ser yo el cirujano jefe. No me lo pensé y acepté gustoso .
–El ‘tito Domingo’ fue tu padrino en estas lides...
–¡Ah! Te refieres a mi tío, el Dr. Domingo Artés. Fue cirujano jefe desde 1941 hasta que se jubiló y me recuerdo de siempre moviéndome con soltura por la enfermería con él y familiarizándome con los materiales. Eran otros tiempos y la Cirugía Taurina era muy distinta a la actual. Lo que no cambia es el gran equipo de médicos y ATS que trabajamos los días de corrida. Sin ellos nada sería lo mismo.
–Para hacerte el cuerpo a lo que te esperaba, el cornadón de Curro Romero en 1981...
–Fue una cornada seca en la pierna derecha que se agravó inesperadamente por unos espasmos vasculares. En algún momento temimos tener que no volviera el riego sanguíneo, con todo el ruido mediático que conllevaría.
–Antoñete y Manili también os dieron buenos sustos.
–La de Antoñete fue en 1984 y nos hizo pasar una tarde horrible más que por la cornada en sí porque tardaba en volver de la anestesia. Peor fue la de Manili en 1988 que casi lo retiró de los toros. Fue en la ingle derecha, con salida del intestino delgado que casi se quedó en un pitón del toro. Al año siguiente volvió a Almería y nos brindó un toro, de los últimos que toreó, pues se retiró por las secuelas psíquicas.
–Pero no fueron estas las más graves que has atendido.
–Quizá la más grave fue la del subalterno Juan Pedro Alcantud en la zona perianal cuando pasaba tras el compañero que tenía controlado el toro. Fue considerada la cornada más grave producida España aquel año. También fue muy grave la del novillero almeriense López Usero, que lo retiró prematuramente.
–Creo que tienes una estadística de las 135 ‘actuaciones’ que has tenido como cirujano.
–Sí, en estos hemos atendido 135 toreros y subalternos, el 75% leves, 17% menos graves, 4’8% graves y 2’5% graves. Curiosamente el toro que más hiere es el tercero, quizá porque lo lidia el torero más novel. Los novilleros sufren más percances que los toreros. Y más cornadas en la pierna derecha que en la izquierda.
–Una cogida te exige una actuación inmediata...
–Desde el momento en que la veo corro a la enfermería haciéndome un esquema mental del tipo de herida que puede haber sufrido el torero. Hay que improvisar sobre la marcha. No hay pruebas ni análisis previos, como en cualquier operación: llegar y operar rápidamente. La herida de asta de toro es distinta a cualquier otra: lo destroza todo. La Cirugía Taurina no viene en libros ni se estudia en ninguna Facultad; sólo cuenta la experiencia.
–Acabamos, doctor.
–Mira, quiero hacerlo con una reflexión de Claramunt al recordar sus viviencias taurinas: "El toreo es como el amor: es poesía o no es nada". Hasta siempre.
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