Todo objetivo merece una celebración, por pequeña que sea, pero ha quedado palpable que este conjunto ha podido dar más de sí desde el comienzo de la temporada. Si en la pasada campaña ya se tuvo la impresión de que había margen de mejora con respecto a la puntuación final cosechada tras el agónico empate en Córdoba, en la que acaba de finalizar se ha visto, si cabe con mayor nitidez, que esta plantilla ha sesteado más de la cuenta. Cuando se pusieron las cosas muy feas se reaccionó, sin olvidar el primer y decisivo aporte de Fran Fernández (ojalá complete la faena con el filial). La posterior contribución de Ramis ayudó a dar el empujón definitivo hasta llegar a los últimos cinco encuentros, donde los que ya llevamos unas cuantas temporadas de fútbol vislumbrábamos lo que iba a suceder, ese guion no escrito en el mundo del fútbol, con las tres victorias caseras y las dos derrotas de visitante. Registro final de salvación y registro de Primera si contabilizamos las jornadas desde el primer cambio de técnico. En ese periodo concreto, la UDA ha ocupado el segundo lugar de la clasificación, de ascenso directo. Solo el Huesca, que seguirá luchando en las eliminatorias finales por alcanzar la máxima categoría, ha superado a los rojiblancos. Por eso no solo fueron las sensaciones, sino que los números también han indicado que este grupo de jugadores ha puesto a prueba gratuitamente, dada su desidia, los corazones de los sufridos aficionados rojiblancos, que bastante han aguantado últimamente. Tanto, que vencer por un solo tanto al Reus, después de que su lateral derecho deambulara toda la noche sobre el césped del Mediterráneo, sonó un poco a chiste y puso la guinda a una temporada agridulce. Quique emuló al referido lateral y el partido se convirtió en una pantomima a expensas de algún error garrafal que hubiese aguado la "fiesta". A ver si la siguiente plantilla trabaja más y refleja su mucha o poca calidad en la clasificación, pero desde el principio.