Rubi, al borde de su fracaso
Alta tecnología, lo que de verdad importa
Tribuna Económica
La semana pasada nos referíamos al Informe Draghi como un cambio mental para ganar en competitividad tecnológica, uniendo la innovación e inversión en industrias tradicionales con la digital. La segunda parte del Informe utiliza un enfoque convencional de política económica, cruzando políticas sectoriales y horizontales. Las primeras son: energía, materias primas críticas, digitalización y tecnologías avanzadas de comunicaciones y cálculo, industrias intensivas en energía, tecnologías limpias, automóvil, defensa, espacial, farmacéutica, y transporte. Sobre cada una se fijan objetivos y se hacen propuestas, cruzándolas con las horizontales que son: innovación, formación, inversiones, y búsqueda de una gobernanza europea más integrada y eficiente. Aunque no es el mejor ejemplo, se menciona que Estados Unidos produce un único modelo de tanque, y Europa catorce, lo que obviamente es menos competitivo.
Si nos preguntamos dónde puede un país, región, o ciudad posicionarse tenemos dos variable a considerar, una, la complejidad de la tecnología, y otra, la ventaja por proximidad a tecnologías locales existentes. De las catorce que se analizan, la más compleja es el Internet de las cosas, porque tiene software y mecánica, y aquí China es la primera; comparando China y USA con la UE, las dos nos aventajan excepto en computación quantum, y también somos líderes, junto con China, en energías limpias. Sacamos dos ideas: una, que la lista de tecnologías nos sirve para conocer cuáles son los niveles de complejidad, y ver con qué nos atrevemos. La otra, que hay que ser realistas y valorar si nuestro entorno es o no propicio.
La UE es la zona económica más abierta del mundo, por lo que es preciso defender a nuestras empresas frente a USA y China, que cambian las reglas con cualquier pretexto, y confiar en la unidad europea, aunque ocasionalmente un sector nacional pueda sentirse perjudicado. Una fiscalidad y normativa adecuadas a la fuerte competencia exterior es también algo razonable. Sin embargo, las subvenciones masivas son peligrosas, como ocurre con la energía solar, donde China ha creado una sobre producción mundial. En el Informe se aclara que, por ejemplo, el mayor precio de la electricidad para las empresas en la UE, argumento habitual de la menor competitividad, no es un problema de impuestos, y se debe en más de un 50% al peor funcionamiento de las compañías en generación, compra del fuel, mantenimiento y operaciones, inversiones, y contratos desventajosos para los clientes. Por las iniciativas que se han tomado, España tiene precios inferiores a la media de la EU-27, lo que se reconoce con la promoción a una relevante vicepresidencia europea de la ministra Teresa Ribera.
En suma, el Informe Draghi es de tal riqueza, que tendríamos que estar hablando continuamente de él hasta la reunión en noviembre de jefes de gobierno en Budapest para discutir sus contenidos. Cuando vemos cómo se tratan con profundidad y claridad los problemas, con datos sistemáticos, y las oportunidades que se abren a la reflexión, resulta frustrante la forma en que se distrae nuestra atención con discusiones menores y datos anecdóticos; aunque sepamos que esto forma parte de la pequeña política de las cosas.
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