Ojalá existiera lo de la OTI
Los árboles y el bosque
La UDA 25/26, en su primera gran exhibición al mundo, invocó a los fantasmas del pasado y dejó lecturas que sólo consuelan parcialmente (lo cual es mucho decir). Sea como fuere, lo cierto es que cada vez cuesta más analizar con la alegría de antaño. No sé si es que esto del fútbol avinagra prematuramente, pero, en lo personal, el legítimo y elemental ejercicio de mesura y ecuanimidad cada vez requiere una mayor implicación en vista de una realidad que se percibe cíclica. No voy sino a que, lo que antes sería una radiografía pormenorizada de cuáles son las fortalezas que se le presumen a este rejuvenecido Almería, aparentemente prolífico en el juego posicional y de ataque, es una crítica aguerrida (en contraposición al objeto de ésta) a la triste defensa de área que volvió a exhibir. Queda la sensación de que ésta volvió a hacer muchas cosas bien, pero dejándose sin completar la más importante: hacer de su área un territorio que, de ser expugnado, debe ser por el buen hacer de tu rival y no por tu carrusel de errores conceptuales. Y, si me permiten una reducción al absurdo (que, en el fondo, no es tan absurda), si nunca nadie dijo que la mejor defensa es un buen ataque, por algo sería. Aun así, no pongo el foco en el bien o en el mal o en el agorerismo que todos detestamos, sino en la lectura que exige que, con una defensa mejorada sobre el papel, lo visto hasta ahora sea un calco de lo que hacía hervir la sangre. Con jugadores perpetuados en el campo hasta la extenuación, otros fuera de su posición y otros incapaces. Nos queda por saber si es un mal definitivamente enraizado o se volverá volátil, pero el tiempo y los precedentes, hoy por hoy, son una arboleda que no permite ver el bosque. Aunque este sea floreciente.
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