
Crítica de arte
Francisco Bautista Toledo
SOBRE LA OBRA DE OMAR QUESADA
Fumando espero al hombre a quien yo quiero, cantaba Sara Montiel, ese tango, uno de los que se escribieron en España a cargo del compositor catalán Juan Viladomat. En esta semejanza caprichosa, la que espera no es Sarita sino Wojciech Szczesny, el actual portero titular del FC Barcelona cuyos memes fumando en pleno partido recuerdan nada más y nada menos que a Ricardo Zamora, quien de verdad se echaba un pitillo durante la disputa de un encuentro y a quien se debe la distinción de la valla menos vencida de la temporada de la liga española de fútbol profesional. De apellido impronunciable, de ahora en más, Chesni, se volvió a calzar los guantes después de anunciado su retiro. La lesión de otro indiscutible como Marc Ter Stegen, posibilitó que el polaco dejara de jugar al golf y volviera a la competencia profesional. De a poco, un portero grande, de los que ocupan mucho espacio, ha empezado a hacerse con la portería del Barça después de algunos tropiezos iniciales en un equipo donde está prohibido reventar el balón y es casi una obligación salir jugando, bastante distinto al fútbol italiano, donde la Juventus fue su última estación antes de colgar provisionalmente los guantes. Con Ter Stegen lesionado, Flick sentó a Iñaki Peña aprovechando la impuntualidad del canterano y Chesni comenzó a jugar, a coger confianza y a convertirse en uno de los puntales del equipo. Hoy si le preguntan a algún aficionado culé, este dudaría en devolverle la portería al alemán, visto las atajadas salvadoras del polaco. Chesni es un tipo peculiar, no parece un jugador que ha formado parte de equipos como el Arsenal, la Roma o la Juve. Siempre en la élite, es un jugador de esos que hacen grupo, que no exageran ni posturean y que cumplen debajo de los tres palos. Arquero de equipo grande, dicen los manuales de fútbol. Un veterano al que escuchar cuando tu equipo tiene a varios integrantes por debajo de los veinte años de edad, un mayor al que acudir cuando las papas comienzan a quemar. Así es Chesni, un grandullón con cara de buena gente. Un tipo que está de vuelta pero no farda de saber mucho. Solo fuma, mira y sonríe.
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