Gumersindo Ruiz

La emigración del mar y de los bosques

Tribuna Económica

26 de septiembre 2023 - 00:00

El papa Francisco, cuando predica por una actitud europea amigable hacia los inmigrantes, en poco contribuye a remediar la tragedia. Habla de los naufragios en el Mediterráneo, pero es mucho mayor el problema de Ucrania, con 4,2 millones de personas refugiadas en Europa; haría bien el Papa exhortando a Vladimir Putin y su iglesia ortodoxa, para que, como causantes directos de este drama, le pusieran fin. La Unión Europea acordó al empezar la agresión rusa la Temporary Protection Directive, para refugiados, y en el mapa interactivo del UNHCR puede verse que hay 1,8 millones en Alemania, 1 en Polonia, 0,35 en la República Checa, alrededor de 0,20 en gran Bretaña y España, 0,16 en Italia, y el resto repartido en países sin proporción a su tamaño. Millones de personas de Siria, Asia y África, con visas emitidas por Bielorrusia, para lucrarse y buscando el conflicto, intentan cruzar a Polonia por Bialowieza un bosque ancestral donde aún se encuentra el bisonte europeo, lo que lleva al gobierno a construir una barrera de 186 kilómetros y a un extraño acuerdo con Ruanda para deportar refugiados a ese país.

Entre el 10%, 15%, 20% del total de la población, ¿sabemos decir cuál es porcentaje de población extranjera residente en España?, quizás nuestra percepción difiere de la realidad, pero la intensidad y escala actual provoca un problema que Europa no había sufrido desde la Segunda Guerra Mundial, con tensiones que aprovechan los populismos, el Brexit, y Hungría, Italia, Vox en España, o Polonia. Los países han intentado ajustar la inmigración a las necesidades laborales, pero es más difícil cuando hay varios frentes de inmigrantes, y por causas diferentes. Además, las restricciones por el Covid-19 retrasaron decisiones personales de emigración que ahora se acumulan; también el incremento de salarios mínimos y apreciación del tipo de cambio en Europa son un aliciente adicional para los emigrantes que envían remesas de dinero a sus países.

Distrito VIII de Adam LeBor (Pegasus) es floja como novela, pero una buena crónica periodística de la crisis de refugiados sirios de 2017 en Hungría, que puso a prueba la resistencia europea ante eventos de esta magnitud. Cuenta la emisión de pasaportes supuestamente por el propio gobierno para venderlos, cuyo elevado precio venía de la capacidad que da para moverse dentro del área de Schengel en la Unión Europea, sea a un refugiado, o a un terrorista que maneja alguno de los países petrolíferos del Próximo Oriente. En la novela, el primer ministro, ante el hacinamiento de los refugiados en la estación de ferrocarril, le dice a un asesor: “Tendremos que procurarles algún servicio sanitario y alimentos, porque los alemanes, los franceses y otros en el Parlamento Europeo nos están pidiendo que aliviemos esta situación”. Y el asesor le contesta: “Mira estas encuestas, cuanto peor sale en las noticias las condiciones de los inmigrantes, más está la gente a favor del Gobierno, porque lo que quieren es que se vayan”. No sé qué pensará el papa Francisco, pero un Gobierno solidario tiene las de perder, porque la gente no lo es, y no le vota. (A propósito del dato de población extranjera residente en España, es 11,7%, y 8,7% en Andalucía).

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