Pantaleón Mecías Escámez

Un filial atípico

15 de junio 2024 - 00:00

Si algo hay que agradecerle a Gaizka Garitano, un entrenador de fútbol obcecadamente incapaz, es que nos dejara claro el enfoque del que debe estar provisto el adjetivo calificativo atípico. Naturalmente, el contrario al que quiso imprimirle el vizcaíno. Lejos de la imagen que le quiso infundir a un equipo que, a tenor de su juego, sus números y la dirección técnica a la que estaba sometido, era de todo menos atípico, estamos siendo espectadores directos dentro del ecosistema rojiblanco de lo que realmente es un equipo atípico. No es otro que el Almería B de Alberto Lasarte (de quien también hablaré próximamente en esta tribuna). El poderoso triunfo en Jaén y consiguiente pase a la final nacional sigue atestiguando que este equipo dependiente es capaz de derribar todas las barreras o concepciones preestablecidas que se le presenten, como la de pensar que un equipo plagado de séniores precoces jamás sería capaz, en una categoría tan puñetera y amateur como la 3ªRFEF, de tener la valentía, la personalidad y la madurez de no sucumbir a la encerrona de los equipos más experimentados, máxime en la vuelta de una eliminatoria. Un todo o nada que define una temporada, donde un equipo del perfil del Almería B siempre tiene las de perder. En una categoría en la que cuesta tanto destacar individualmente, crecer desde lo colectivo siempre será el caballo ganador. Y Alberto, un hombre de club, ha demostrado tener el culo pelao sabiendo qué baza es la que debe prevalecer: la de trabajar en unidos, la de sacrificarse por el compañero, la de rezumar toda la rabia y pundonor que les han faltado a los mayores. Así, han encontrado un arraigo en una Almería que se siente profundamente orgullosa porque se siente identificada con lo que ve. Una historia que, con mejor o peor final, está cerca de terminar, pero que ya ha proyectado una sombra que costará mucho alcanzar.

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