Herida fresca

La herida del ‘caso Aridane’ aún está fresca. Es una realidad, o al menos esa es la sensación que hay ahora mismo en el almeriensismo. Y hay hechos que considero, personalmente, que no han beneficiado la irresponsabilidad que cometió el canario hace dos semanas. Al menos, a mi modo de ver las cosas, hay hechos que no entiendo. En primera instancia, la postura del club. No la comparto. Tomada esta postura por parte de la entidad, tampoco comprendo que Rubi tuviera que sobreprotegerlo en sus últimas apariciones públicas. No podemos obviar que Aridane tiene 36 años y llegó a Almería, presumiblemente, como uno de los futuribles líderes del vestuario. El jugador, además, ya contó con su espacio mediático para disculparse después su acto de irresponsabilidad. No creo que sea oportuno deslizar “Aridane y diez más” o que fue “el futbolista que mejor ha entrenado en la semana” para intentar calmar las aguas. Los dos actos, el entreno y lo acontecido aquel jueves noche, son independientes. Tampoco entiendo, y aquí muchos me van a tildar de oportunista, que fuera titular el pasado domingo. No lo digo por la reacción de la afición en el estadio, que bastante benevolente fue con el jugador. A título personal, considero que ni era el momento ni tampoco había dado motivos futbolísticos para competir al máximo nivel. Se podía haber optado por Baba, Dzodic o Álex Muñoz. No son las mejores alternativas, pero sí son futbolistas que han rendido a lo largo de esta temporada. Y el resultado, por mucho que diga Rubi que Aridane “había cumplido”, no pudo ser más fatídico. Sin olvidar el decepcionante juego de un equipo que tenía que dar un bocado en la clasificación, Aridane fue determinante para que el Burgos conquistara el Mediterráneo. No hay más.