Ni Ordem ni Progresso

Con un par

19 de febrero 2025 - 03:08

No tiene que ser sencillo apellidarse Vinicius. La comparación con el jugador del Real Madrid es inevitable. Tampoco tiene que resultar nada fácil querer ser como el de Río de Janeiro. Lázaro Vinicius es brasileño y tiene el mismo apellido. Ambos se han formado en el Flamengo y juegan por una y otra banda. Ocurre que el merengue tiene gol y una velocidad endiablada. El rojiblanco tiene calidad, a cuenta gotas, y no tiene trabajo. El Vinicius del Almería es de andar por casa. Es el nuestro, el que nos ha tocado en la tómbola brasileña. Y ha salido así, perezoso. No le gusta correr detrás del rival y el balón. Y, además, es mal encarado. Lo demostró el lunes cuando fue sustituido. Miró a la grada y al aficionado de Tribuna no le gustó y se lo recriminó con una sonora pitada. Ha quedado señalado por el gesto y su desgana sobre el césped. La siguiente será peor. Vino como una de las promesas del fútbol brasileño y va camino de convertirse en un juguete roto, a semanas de 23 años. Vino, se fue y ha vuelto, pero su fútbol se ha quedado en su país. Marcó en Copa frente al Leganés, de tacón, y pareció rehabilitado. Craso error. En los cuatro partidos que ha sido titular le ha faltado inspiración y mucha transpiración. En Segunda hay que correr y defender, y el jugador no hace ninguna de las dos. El de Belo Horizonte ha vuelto desordenado y desmejorado, sin Ordem e Progresso como reza el lema de la bandera brasileña. Con otra actitud podría ser válido, pero no con ésta. Él es su problema y su propia solución.

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