Paseando por los chiqueros (I)

27 de agosto 2025 - 03:07

Volvemos a la Meseta de Toriles otro año más, aferrados a nuestra Plaza, a pesar de la escasez de festejos taurinos, o precisamente por ello. La falta de recursos suele agudizar el ingenio, y en eso tú y yo, somos expertos. Mi paseo esta mañana por chiqueros no ha sido casual, observo a los novillos que no llegarán a morlacos, y de paso, a los novilleros con ambición de maestros. Los unos estaban cansados por el viaje, inquietos por el calor, y abrumados del gentío; y los otros henchidos de ambición y nervios, deseando probar su arte, con todas sus esperanzas en esta tarde. En un primer vistazo, los chiqueros son sólo un lugar necesario aunque secundario de la plaza, última parada del toro antes de salir al coso, pero para el avezado observador nada más lejos de la realidad, es el lugar donde se materializa una parte esencial de la suerte, triunfo o fracaso del día. Porque hasta llegar cada toro a su chiquero, se ha tenido que pasar un arduo proceso donde el saber y buen hacer, se unen indefectiblemente al azar y el destino. Traen los toros, los examina el veterinario con la autoridad presente, las cuadrillas escudriñan a las reses para elegir a los descartes, sobreros, y hacer los lotes para la lidia. Son hombres de campo, recios; criados en la dehesa junto al toro; su saber es casi telúrico, interpretan las señales, que les son tan evidentes a ellos, como imperceptibles a un profano: la querencia del toro, su bravura, si es traicionero... (continuará).

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