Paseando por los chiqueros (II)

28 de agosto 2025 - 03:09

Llegamos al sorteo de los lotes de toros para la lidia de la tarde: tres papeletas, tres diestros, y tres suertes distintas al sombrero, elige la cuadrilla del torero más antiguo, encomendándose al Altísimo saca un número… ¡El tres! Perfecto, ¡como la Santísima Trinidad!, oigo murmurar, mezclada con las cuadrillas, alivio en unos y tensión en otros que ven con estupor cómo se complica la elección. Y así, poco a poco se va haciendo el apartado de los toros, según los lotes a cada uno de sus chiqueros, las cuadrillas se disuelven, y presiento la escena con ese diestro que no he visto en el sorteo, el del peor lote. La cuadrilla le envuelve, y le habla sobre su buena ventura, mostrando en sus labios un ánimo que sus ojos traicionan. ¡Pobre del torero que no sepa interpretarlas! Intentan templar al Maestro, aunque saben que no hay falsedad posible, el verdadero torero se forja en la adversidad. Al igual que tú y yo, nos aferramos a la Plaza de Avenida de Vilches; porque en la Meseta de Toril, bajo nuestros cuerpos, percibimos vívidamente la salida de chiqueros del toro, sentimos en nuestra propia carne, su atribulado trote hacia el albero, y escuchamos el bombeo del rápido latido de nuestro joven héroe, de rodillas, casi implorante, para recibirlo a portagayola. Contenemos la respiración hasta que llega el primer capotazo, inicio del inexplicable arte del toreo ¡La primera suerte ya está echada!

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