Sin red

La semana que la UDA cierra mañana ha sido bastante más intensa de lo que se esperaría estando a principios de septiembre, cuando el bacalao ya está repartido en lo que a fichajes se refiere y la liga ofrece una tregua, puesto que se presupone que los inicios son tranquilos, por aquello de que la paciencia aún rebosa y la comprensión predomina. Esta es la plácida teoría, pero la práctica se ha complicado. Para empezar, la derrota ante el Racing, pese a producirse en inferioridad, escoció por las formas, con esa remontada cuando más felices nos las prometíamos y con otros tres goles que echar al casillero de encajados. Dicen que la directiva comienza a llevar regular que la portería siga siendo el lugar preferido de los delanteros de la categoría y, casualidad o no, se puso las pilas para dar puerta a Maximiano y Lázaro —magníficamente encasquetados a Arabia Saudí— y, al fin, inscribir a Aridane, otro central. Así, la defensa y la portería han quedado tan modificadas que el pasado domingo, tras los tres goles en contra, por primera vez, las miradas no fueron a parar a ningún jugador. La afición puso el foco donde nunca antes había estado: en el banquillo. Más concretamente, en la figura de un Rubi que parece haberse quedado sin excusas. Porque todos comprendíamos la imposibilidad de defender bien con futbolistas como Centelles, Édgar, Kaiky o Chumi, pero nadie entendería que esta zaga renovada y en la que se han invertido alrededor de seis millones de euros siguiera siendo un coladero. El técnico se ha quedado sin red y, a juzgar por el nerviosismo exhibido en su comparecencia tras la derrota ante el Racing, es consciente de ello.