Revisionismo

Uno se empeña en tranquilizarse, olvidar la temporada que dejamos atrás y avanzar. Sin embargo, El Assy y sus palabras a este medio nos obligan a llevar a cabo una especie de revisionismo que, otra vez, nos mete en el bucle. Lo más lógico y casi tranquilizador cuando el CEO habla es pensar que prefiere no contarnos la verdad. No ya en lo deportivo y lo económico, sino en lo social. De no ser así, resultaría extremadamente meritorio llevar seis años en un lugar y desconocer la idiosincrasia del mismo, porque el egipcio se expresa con un desprecio hacia la provincia difícil de justificar. Da la sensación de que profesa hacia nosotros una estima deplorable. Solo así se explica que dijese, sin ningún pudor, que de no ser por este proyecto el club apenas tendría «tres o cuatro mil abonados», pese a que jamás tuvo tan pocos. Nunca. Ni siquiera en el pírrico primer año del Juegos Mediterráneos, allá por 2004. El Assy habla como si nos hubiese sacado de una cueva, mostrado un balón y enseñado qué es esto del fútbol. Como si Almería no llevase asentada desde 2002 en liga profesional. Además, dentro de esta visión simplista del aficionado, ese que sería «de Madrid o Barça» sin la inestimable labor de esta directiva, el CEO no contempla que alguien que viva lejos se abone por puro sentimiento. Cegado por la mercantilización de su producto, ignora a esos aficionados que, a cientos de kilómetros, se sacan su carnet porque forma parte de su identidad. Lo considera «ilógico». Como si esa fidelidad no pudiera existir por aquí. Debe penalizarlos con el fin de lograr «un mejor ambiente». A mí, para eso, se me ocurre una mejor idea: no tener los fondos a decenas de metros del césped. No parece tan difícil.