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Revolcón
Si las prisas nunca fueron buenas, la llegada de XaBi Alonso al Real Madrid para disputar el mundialito de clubes no dio el resultado esperado. Sobre el técnico tolosarra, se han depositado las esperanzas de elevar el juego de un equipo que con Ancelotti acabó perdiendo el alma y la fe. Luego de semanas de rumores que nunca vienen solos, el italiano acabó de un día para otro sentado en el banquillo de la selección brasileña de fútbol y XaBi fue su reemplazo en la casa blanca. Cambiar la dinámica de juego parece que era el objetivo y Xavi saltó a la plaza con lo que tiene, es decir, una plantilla con grandes individualidades, pero que sigue fallando en lo colectivo. No tiene centrales de garantías por mucho que se empeñen en vendernos a Raúl Asencio como el patrón de la tranquera blanca. En las bandas se sigue extrañando a Marcelo y Carvajal debe recuperar poco a poco su nivel. En el medio nadie es Casimiro, Kroos ni Modric y los de arriba, ni corren ni se van de nadie en el uno a uno. Llegó el PSG y los desnudó delante de todos. A los diez minutos del primer tiempo el encuentro ya estaba resuelto a favor del equipo francés, que literalmente le pasó por arriba al Real Madrid y no le hizo más de cuatro goles, solo porque se abstuvo de dejar un reguero de sangre que llegara de Estados Unidos a la capital española. Los de Luis Enrique fueron dominadores en todas y cada una de las facetas del juego y mostraron al Madrid tal y lo que es en la actualidad; un equipo sin hambre y sin ganas de correr. Como siempre hay excepciones, pero jugadores como Valverde, reconvertido en marcador de punta, al igual que Courtois, no pueden parar el empuje rival, la velocidad y precisión con el balón en los pies, atente la atenta mirada de jugadores como Vinicius y Mbappé, que no chutaron a portería en los noventa minutos que duró el encuentro. Xabi Alonso se llevó el primer revolcón desde que ocupa la dirección técnica del equipo y todo por el apuro impuesto desde arriba. Sacarlo al ruedo de esta manera, implica riesgos como el de quemar al míster antes de que pueda imponer su idea. Hace falta tiempo y convicción, pero en el Madrid, el tiempo es ahora.
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