El parqué
El mercado se recupera
Así, como un tren de alta velocidad, pasó el PSG de Luis Enrique sobre el Inter, que en ningún momento tuvo opciones en la final de la Champions. El equipo parisino logró coronar su proyecto de inversiones millonarias, reinando en Europa, después de haber estado muy cerca hace un lustro. La historia en este caso ha sido bastante diferente. El PSG ha logrado construir un equipo en mayúsculas y gran parte del mérito es del técnico asturiano, que lo advirtió cuando Mbappé abandonó París: “Se va un extraordinario jugador, pero hemos ganado un equipo”. A la luz de los resultados y el juego, no estaba equivocado. Mbappé vino a Madrid a ganar títulos, y el deporte le ha dado una lección. Ahora, París cuenta con uno de los conjuntos que mejor juega al fútbol. Donnarumma, el principal peligro de la escuadra francesa, este año ha sido determinante. Pacho es uno de los mejores centrales europeos, el reconvertido Vitinha no tiene rival en su nuevo puesto de mediocentro y Doué, Dembélé, Barcola y Kvaratskhelia intercambian roles en una de las delanteras más temibles del mundo. Y todo es culpa de Luis Enrique, que los ha hecho mejores. Este Dembelé no tiene nada que ver con aquel que, tras varios años en Barcelona, con más lesiones que gloria, acabó abandonando el club. Con todo lo que uno pueda pensar del extécnico de la selección, lo más emotivo de la noche fue el homenaje a su pequeña Xana, que desde algún lugar del universo llenó de energía a su padre. No me imagino nada tan desgarrador como perder un hijo. Luis Enrique prometió volver, como hace 10 años. Y lo hizo. La hinchada parisina desplegó una bandera con la imagen para cerrar un día histórico para les parisiens. Como un tren bala, como un rayo, con mucho fútbol.
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