Adventus redepmtoris

En Belén se nos hace entrega al género humano: el camino, la verdad y la vida, punto de inflexión en la historiaEntendemos el problemón del otro día de Pablo Casado; él no quería, pero una vez dentro no tuvo más remedio que quedarse

Ayer, 28 de noviembre, I Domingo de Adviento. Comienza un nuevo ciclo litúrgico en la Iglesia Católica. Hemos llegado un momento en la sociedad civil, que, ante las tribulaciones dialécticas mediáticas, que envuelven con pérfido humo la sed de Cristo, tenemos que volver a definir para el conjunto de creyentes y no creyentes, que significa Adviento. Pero hay que volver al inicio pedagógico, especialmente, en estos momentos que nos encontramos en un periodo Sinodal, al definir el Adviento como un tiempo litúrgico, impulsado por el Espíritu Santo, contrayéndose a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, ahora llamado por algunos cargos políticos, "fiestas del invierno", que para los católicos tiene una finalidad muy clara y sencilla, el prepararse para la venida de Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, encarnado en el seno de la Virgen María y nacido en Belén. Sí al menos, cuando nos pregunten, sobre todo, a los cargos públicos creyentes cristianos y, especialmente, a los cofrades, lo dijésemos de una forma clara, concisa y concreta, sin dudas, evitando elucubraciones materialistas y no accediendo a dar respuestas políticamente tibias de nuestros valores cristianos, cuyo hecho divino produce un punto de inflexión en la Historia de la Humanidad. En Belén se nos hace entrega al género humano: el camino, la verdad y la vida. Una parte, cada vez más amplia, de la clase gobernante, desean anular, tergiversar o eclipsar con otras historietas simpáticas y festivas 21 siglos desde la Revelación. Y produce en uno pena al pensar que cada día son más los ignoran esta verdad; otros no le dan fe, la rechazan, no la toman en serio, ante la anulación en el contrito corazón y en los esquemas mentales de una visión transcendente de que nuestra sapiencia y sabiduría es un don de Dios puesta en el alma al servicio del prójimo, ya que no se trata de querer ser feliz solo, sino muchos más que necesitan de nosotros para comunicar la felicidad del Amor que viene de Dios, el Redentor, el Mesías, el Señor de la Vida y la Esperanza. Las fiestas de Navidad tienen un marcado carácter familiar y del recuerdo, que no impiden que la fe y la religiosidad deban de expresarse y vivir en el templo, en las celebraciones litúrgicas reunidos en comunidad de fieles y comunión eclesial, para explicar con la ternura y mística franciscana, sobre todo, a los más pequeñuelos, lo que significa en estos días el Nacimiento del Niño Jesús. Paz y Bien.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios